La lacra del paro

Todavía recuerdo las palabras de algunos dirigentes políticos asegurando que lo peor de la crisis ya ha pasado. Sin embargo, cuando cada mes llegan las cifras del paro, la fiabilidad de estas afirmaciones comienzan a perder peso de manera preocupante.

En el caso de Jerez, la situación ya no admite calificativos, ya que en el último año se han superado todas las barreras conocidas y ya son más de 27.500 las personas en edad de trabajar que no pueden ejercer su derecho. Que 3.600 ciudadanos hayan perdido sus empleos en el último año es un dato significativo que puede explicar la poca profundidad que han tenido las medidas del gobierno central y de la Junta de Andalucía a la hora de frenar esta lacra.

Sinceramente, me gustaría escribir esta columna sobre todo lo contrario, con una mentalidad más positiva, pero actualmente pienso que el dinero público ha podido servir más para arreglar calles con proyectos que estaban olvidados en los cajones más recónditos de los consistorios, que para crear un empleo estable que ayudase a salir de la crisis.

De hecho, los sectores más afectados son precisamente la construcción y servicios, por lo que los grandes pensadores de este país deberían replantearse las fórmulas para acabar con la precariedad laboral actual.

Muchos pueden considerar que este discurso es alarmista, porque precisamente octubre no es un mes demasiado bueno para calibrar la situación.

Esas cantinelas pueden ser considerados argumentos lógicos para algunos -y respeto su decisión-, pero a estas alturas la situación necesita que se dé un vuelco a las estadísticas para frenar una caída en picado de los puestos de trabajo, porque esperar a que lleguen tiempos mejores es simplemente el consuelo de los parados.