Karzai habla con el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon. / AP
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Afganistán evita la segunda vuelta electoral y Karzai se perpetúa en el poder

El riesgo de una votación con un solo candidato obliga a Obama a aceptar la reelección del presidente

ENVIADO ESPECIAL. KABUL Actualizado: Guardar
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Hamid Karzai es el nuevo presidente de Afganistán. Así lo hizo público a media tarde de ayer la Comisión Electoral Independiente (CEI), que, tras analizar la situación creada por la retirada veinticuatro horas antes de Abdalá Abdalá, decidió que ir a una segunda vuelta con un único candidato supondría serios problemas de organización y seguridad. Una sorpresa más dentro de la larga lista de anomalías en un proceso impredecible que mantiene paralizado al país desde agosto.

La incertidumbre y la tensión creadas por el fraude en las urnas en la primera vuelta de agosto y el incremento de la violencia talibán han marcado de forma decisiva un proceso que perpetúa a Hamid Karzai en el sillón presidencial y le mantiene como interlocutor principal de la comunidad internacional. Barack Obama deberá mantener su confianza en el que fue también el hombre de Bush, por lo que su prometido cambio deberá empezar por otra parte.

El adiós oficial de Abdalá Abdalá ha precipitado los acontecimientos. Aunque la CEI defendió desde el primer momento la celebración de la segunda vuelta, finalmente dio su brazo a torcer. Usando la misma Constitución que antes empujaba a defender esta nueva cita con las urnas prevista para el sábado, respaldó su decisión en el texto al alegar que «no contempla una elección con un solo aspirante». Punto y final.

Gobierno ilegítimo

«Karzai, único candidato y el más votado en primera vuelta, es el nuevo presidente», según las palabras de Azizulá Ludin, el responsable de la CEI y una de las personas cuya destitución había exigido Abdalá como garantía para evitar un nuevo fraude en el proceso. La primera reacción del ex ministro de Exteriores no se hizo esperar y advirtió de que «un Gobierno que alcanza el poder sin unas elecciones no es legítimo». Poco importaba ya «el derecho de los afganos a votar», tan importante la víspera y tan defendido por Occidente. El tiempo apremia y hay que poner en marcha el país asiático tras lo que ha sido una auténtica farsa electoral.

Esta decisión cierra un complicado proceso que dura dos meses y medio, y que, liderado por primera vez por los propios afganos, ha contado con la supervisión de una comunidad internacional que en dos semanas ha pasado de forzar a Karzai a aceptar su fraude y respaldar la segunda vuelta como única salida para la legitimidad, a poner en las manos de Ban Ki-Moon la responsabilidad de frenar una segunda vuelta carente de sentido. El secretario general de Naciones Unidas aterrizó por sorpresa a primera hora de la mañana de ayer en Kabul y se reunió con los dos candidatos. Pocas horas después se hacía pública la victoria definitiva de Karzai.

Felicitación americana

El primer mensaje de apoyo llegó de labios del propio Ban Ki-Moon. El segundo desde la Embajada norteamericana en la capital, que felicitó al presidente «por su victoria en unas elecciones históricas». Los socios de la OTAN también extendieron sus congratulaciones con el triunfo de Karzai en un intento de legitimar este proceso, de olvidar el pasado reciente y empezar a mirar a los enormes retos del futuro. Después del fraude en la primera vuelta y con la sombra de la corrupción presente en su familia y sus ministerios, no será nada fácil para la comunidad internacional explicar a los ciudadanos de sus respectivos países que merece la pena incrementar los esfuerzos humanos y económicos en Afganistán. Un aporte que los mandos militares cifran en 40.000 hombres, que de momento siguen sin poner rumbo al país centroasiático.

Mientras, en las calles de Kabul la gente mostraba mayor preocupación por la llegada de los primeros casos de gripe A, que ha causado la muerte de un afgano y ha disparado la venta de mascarillas, que por una elección que la mayoría daba por descontado. La popularidad de Karzai ha caído en picado tras sus primeros cinco años de mandato y Occidente se encuentra ahora con un socio atado de manos por sus pactos electorales con los grandes señores de la guerra que destrozaron el país durante la guerra civil y que en esta democracia a la afgana son recompensados con ministerios y otros puestos de responsabilidad.

«Los ocho años de guerra han estado marcados por la política de Bush, que ha permitido este tipo de alianzas, ahora habrá que ver cómo encajan con el cambio anunciado por Obama», señalaba ayer el analista local Bahran Rahman. De momento el cambio tendrá que esperar porque con la elección de Karzai se confirma el continuismo en el poder de la misma élite que no ha sido capaz de traer la paz a la región.