Editorial

Tensión popular

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

L as tensiones internas que vive el Partido Popular corren el riesgo de desembocar en una grave crisis si sus órganos de gobierno no se muestran capaces de reconducir las desavenencias generadas por el caso Gürtel o el pulso que mantienen el alcalde de Madrid y la presidenta de su Comunidad hacia una situación en la que prevalezca la autoridad de Génova. La decisión de Francisco Camps de adelantarse a la reunión anunciada por Mariano Rajoy para el próximo martes, con la intención de solventar en el seno de la organización valenciana del PP los problemas suscitados con el enredo de la destitución y posterior suspensión de militancia de Ricardo Costa deberían contribuir a la normalización de relaciones entre los poderes que conforman la jerarquía popular. Tanto la sucesión de desplantes y desafíos que, en última instancia, acaban erosionando la credibilidad del liderazgo de Mariano Rajoy, como la personalísima inclinación de éste a posponer decisiones, en la creencia de que el transcurso del tiempo hace que los problemas se desvanezcan por sí mismos, están debilitando de manera notable la alternativa que representa el PP. Porque junto a la revelación de corruptelas que afectan a la honorabilidad de relevantes dirigentes o representantes del Partido Popular, o junto a la persistencia de conflictos internos que obedecen clarísimamente a luchas de poder, lo que pone más en cuestión la solvencia popular es la manifiesta dificultad de su dirección para atajar a tiempo los problemas de su formación y darles una solución definitiva. En la España de las autonomías, el primer partido de la oposición está obligado a procurar la alternancia al frente del Gobierno conjugando el poder que ostente en determinadas comunidades y en los ayuntamientos más importantes con la estrategia que más favorezca a las aspiraciones de cambio general, cuyo diseño y gestión compete a quien en cada caso esté llamado a ser el candidato a la presidencia en las próximas elecciones. Resulta significativo que aún hoy haya actitudes en el seno del PP que parecen regatear a Mariano Rajoy su liderazgo respecto al partido y su idoneidad para afrontar las próximas elecciones generales como aspirante con posibilidades de éxito. Es posible que unos u otros dirigentes populares tengan razones para contemplar con escepticismo las opciones de Rajoy como candidato a la presidencia del Gobierno. Pero lo que resulta más sorprendente es que con su actuación persistan aún más en dificultar esas opciones.