Moreno reconoce que queda mucho por hacer. / A. M.
ANDALUCÍA

«Los consejos escolares decidirán si los alumnos llevan uniforme en clase»

SEVILLA Actualizado: Guardar
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-La educación andaluza suspende año tras año. ¿Está usted de acuerdo con esa apreciación?

-No, en absoluto. En Andalucía, la inmensa mayoría de alumnos, padres y profesores aprueban con muy buena nota. Si no se parte de esta realidad es muy difícil analizar realmente la situación de la educación en Andalucía.

-¿Por qué Andalucía sigue ocupando los puestos más altos en el ranking nacional de fracaso escolar en España y los más bajos en calidad educativa?

-El informe PISA, por poner un ejemplo, valora y mucho la evolución del sistema educativo andaluz. De hecho, el propio informe PISA afirma que si se descuentan circunstancias socio-educativas del alumnado, Andalucía estaría muy cerca de la media de la OCDE. Esto significa que, por venir de donde venimos, es muy meritorio estar donde estamos.

-Usted ha puesto el acento en los logros de universalización de la educación en una región que inició su andadura autonómica con mucho retraso con respecto a otros territorios españoles en servicios básicos como la educación.

-Es un camino largo, pero un camino con grandes cimientos. Hemos hecho un gran esfuerzo histórico por universalizar el acceso, ya está todo el mundo dentro. Y lo hemos sabido hacer bien, con una muy buena nota en equidad. Ahora toca universalizar el éxito. Conseguir que todos los que están dentro tengan más oportunidades de obtener buenos resultados escolares. Ahí está el reto de disminuir el fracaso escolar y el número de casos de abandono escolar temprano que son nuestra obsesión.

-Ya se conoce el problema, lo que falta es hallar la solución correcta. ¿Cuál es su propuesta?

-La solución es continua. Estamos trabajando con iniciativas muy concretas. Para frenar el abandono escolar temprano, es decir, los alumnos que no siguen estudiando más allá de la enseñanza obligatoria, pues tenemos en marcha a la Beca 6.000 y un conjunto de acciones que se incluyen dentro de la Ley de Educación de Andalucía que nació para eso. Esta Ley marca la frontera entre la universalización del acceso y la universalización del éxito, es la hoja de ruta para conseguirlo.

-El presidente Griñán ha asegurado que la calidad de la sanidad no se mide por el número de camas. ¿Opina que ocurre lo mismo en la educación con el número de aulas y profesores por alumnos?

-Nosotros intentamos cumplir con los ratios establecidos, pero tampoco podemos sacralizar los ratios como un indicador sustantivo. Le pongo un ejemplo: hay comunidades autónomas donde la ratio ha bajado, porque ha bajado el número de alumnos, es decir, porque ha descendido la población escolar. En el caso de Andalucía, la plantilla de profesores no ha dejado de crecer en la última década y lo ha hecho muy por encima de lo que lo ha hecho el alumnado. Esto supone un esfuerzo presupuestario muy importante.

- ¿Cómo conviven estas carencias educativas con derechos consolidados en Andalucía y que resultan pioneros en España como la gratuidad de libros de textos, las Becas 6.000 o los ordenadores portátiles gratuitos, entre otros?

- No me gusta decirlo nunca de una pregunta, pero niego la mayor (sonríe). No veo que haya dos realidades educativas en Andalucía. Hay un sistema muy solidario, muy equitativo. Tenemos la región de Europa donde los hijos de un obrero cuentan con más posibilidades de convertirse en universitario. Y esto hay que unirlo a esos servicios en los que Andalucía es pionera en España. Todo ello forma parte de una calidad reciente. Evidentemente, la gratuidad de los libros de texto introduce un elemento de gran cohesión social, como los portátiles gratuitos, que supondrá que haya ordenadores en todas las casas de los alumnos, con independencia del nivel social de los padres.

-Hay cierta tendencia a culpar a la Administración autonómica de todos los males educativos. ¿Qué hay de las responsabilidades de los padres, profesores, alumnos y de la sociedad en general?

-Yo busco en los padres y en los profesores aliados, no culpables. De hecho, creo que tenemos que quitarnos de encima mucha negrura en torno a la educación, porque hemos hecho mucho y vamos a hacer más. Hay miles de profesores que son entusiastas de su profesión; hay familias muy humildes que han apostado por la educación de sus hijos como si fuera un auténtico tesoros; sólo hay que mirar a nuestro alrededor para darse cuenta de cómo ha subido el nivel cultural y universitario de Andalucía en estos últimos años.

-¿Motivar al profesorado resulta vital para su proyecto de mejorar la excelencia educativa? ¿Lograrán los maestros recuperar la autoridad perdida en las aulas?

-Es deseable que la sociedad reconozca el papel esencial que juega el profesorado. Hay pocas tareas tan relevantes en una sociedad como la de enseñar. A partir de ahí, hay otros debates mucho más opinables. Si el debate se reduce a la dimensión penal de la autoridad, yo creo que eso no va arreglar nada. El reconocimiento y respeto a la autoridad tiene más condicionantes sociales y morales que penales.

-Hay otros debates en el sistema educativo que pueden resultar más forzados como los de prohibir o no los crucifijos en las aulas o los de los uniformes de los alumnos.

-Todo lo que tiene que ver con las creencias religiosas hay que circunscribirlo al ámbito personal. Y en España, la Constitución protege el ámbito individual de creencias, por lo tanto, el debate de los crucifijos no forma parte de la realidad de las aulas; es anecdótico y muchas veces forzado. En cuanto a lo de los uniformes, sí me parece que hay más debate social. De hecho, ya hay muchos centros públicos que han decidido uniformar a los niños y a las niñas, porque introduce un factor de igualdad y de comodidad para las familias. Nosotros vamos a abrir ahora ese debate durante el proceso de reforma de los reglamentos de los centros, para favorecer que los consejos escolares se pronuncien con más asiduidad y base normativa sobre la cuestión de los uniformes.