SOMOS DOSCIENTOS MIL

Más sobre el carril bici

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No es la primera vez, y temo no será la última, que escribo esta crónica dedicada al carril-bici, el mismo que nuestro Ayuntamiento construye en la zona norte de la ciudad, aunque lo haga con absoluta insensibilidad hacia las críticas que recibe desde los más variopintos sectores. De hecho, ya el pasado 1 de septiembre dedicaba estas mismas líneas a hablar sobre el despilfarro y la incongruencia que, desde mi punto de vista, supone que nuestro Ayuntamiento -endeudado hasta las cejas y liderando la mayor tasa de desempleo del país-, dedique una de sus principales inversiones a construir los casi tres kilómetros de carril bici que discurren desde Cristina hasta Hipercor. Carril bici, por cierto, cuyas obras avanzan a un ritmo endiablado. Haría falta que otras obras, caso del Palacio de Congresos que no se construye junto al Hospital, tomaran el mismo y brioso derrotero que llevan las del carril para bicicletas.

Sin embargo, dejando al margen ese despilfarro, justo ahora que me vienen a la mente los problemas que afectan a los trabajadores de Vicasa, Autobuses Urbanos, Agencia del Agua y otros, me plantea el carril bici un grave problema de seguridad que, personalmente, constaté este pasado domingo al recorrer en bici parte de la Avenida. De ahí que deberán admitirme las siguientes interrogantes, con el temor anticipado de que ninguno de los políticos, técnicos, funcionarios o restante personal relacionado con el carril, se han parado a analizar.

Cuando el carril esté inaugurado ¿se prohibirá que los peatones paseen por el bulevar de la calle Sevilla, cuya anchura ocupa íntegramente el carril? En aquellos tramos donde el carril circula en la calzada, o muy pegado a la misma, caso del Mamelón o de las distintas rotondas que atraviesa, ¿cómo será posible respetar la norma que exige una separación de metro y medio cuando se adelanta a un ciclista? Y cuándo alguien salga de unos de los bares de copas que hay en la Avenida y se pare a charlar en el inmediato carril bici ¿la prioridad será del peatón festivo, o el ciclista le podrá exigir que se vaya a charlar al parque? Añadan a ello la cercanía del carril respecto a las salidas de garajes de aquellas viviendas que existen en la Avenida, que en algunos casos llega a ser flagrante. ¿Deberán los conductores tocar la bocina del vehículo cuando salgan del garaje, o si se atropella al ciclista mala suerte? Comprendo que no debe ser un tema baladí, pues son muchos los problemas que van a surgir, y sobre los que parece nadie ha querido pensar, cómo tampoco nadie ha planteado si el carril utiliza el trazado más conveniente o si, simplemente, nuestros viales están preparados para esta nueva aventura. Curiosamente, el anexo primero del Real Decreto Legislativo 339/1990, que aprueba el texto articulado de la Ley sobre Tráfico, incluye entre sus definiciones números 69 a 74 las distintas opciones que puede tener una vía destinada a los ciclistas. Estas van desde la Vía ciclista (específicamente acondicionada para el tráfico de ciclos, con señalización horizontal y vertical), pasando por el Carril-bici (vía ciclista que discurre adosada a la calzada, en uno o doble sentido), sigue con el Carril-bici protegido (carril-bici provisto de elementos laterales que lo separan físicamente del resto de la calzada), la Acera-bici (vía ciclista señalizada sobre la acera), la Pista-bici (vía ciclista segregada del tráfico motorizado, con trazado independiente de las carreteras), y termina en la Senda ciclable (vía para peatones y ciclos, segregada del tráfico motorizado y que discurre por espacios abiertos).

Lo de nuestro municipio es tan lamentable que, personalmente, les reto a que intenten encuadrar en cuál de todas las anteriores definiciones legales encaja lo que se está haciendo en Jerez. Tristemente comprenderán que no coincide con ninguna.