Una familia abandona la región de Waziristán del Sur ante la inminencia del comienzo de las hostilidades etre militares y talibanes. / AFP
LAS CLAVES DEL CONFLICTO

El Ejército paquistaní asalta el santuario de Al-Qaida

Treinta mil soldados protagonizan una ofensiva en el cinturón tribal de la frontera con Afganistán

ENVIADO ESPECIAL. KABUL Actualizado: Guardar
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El Ejército de Pakistán ataca Waziristán del Sur y pone al movimiento Tehrik-e-Talibán Pakistán (TTP) en su punto de mira. Tras meses de preparativos, la escalada de violencia provocada por los grupos talibanes en la última semana, que ha costado la vida a 175 personas, llevó a Islamabad a lanzar una respuesta a gran escala contra el considerado feudo del núcleo más radical de la insurgencia y el santuario de Al-Qaida en la región.

«El Ejército ha lanzado la operación nada más recibir la orden del Gobierno», informó de manera escueta el portavoz militar, general Athar Abbas. De madrugada, por tierra y aire, 30.000 hombres iniciaron esta ofensiva contra uno de los lugares más remotos, aislados y temidos del mundo. Según los primeros datos, al menos cuatro soldados y nueve militantes perdieron la vida en las primeras horas de combate.

Es la cuarta vez que Islamabad intenta hacerse con el control de este territorio perteneciente al cinturón tribal de la frontera con Afganistán y en el que los expertos calculan que podría haber unos «10.000 milicianos», afganos y extranjeros, pertenecientes a TTP, movimiento aliado de la organización liderada por Osama bin Laden bajo el que se agrupan decenas de facciones talibanes de toda la frontera del país bajo las órdenes de Hakimulá Mehsud. Las tres anteriores ofensivas concluyeron con un baño de sangre para las fuerzas militares y la firma de acuerdos con los líderes tribales en términos de independencia a cambio de paz. Pero esta vez parece que no hay posibilidad alguna para las treguas y el Ejército se muestra dispuesto a llevar a cabo una operación de limpieza en toda regla.

Rehenes

«El objetivo es eliminar a este grupo terrorista de una zona en la que han expulsado a las autoridades y han tomado a la población como rehén», declaró el general Abbas a la cadena de televisión británica BBC. Islamabad insiste en centrar su ataque en el territorio bajo control de Hakimula Mehsud para dejar claro al resto de líderes insurgentes de la frontera que no colaboran con TTP que esta guerra no va contra ellos.

El cerco sobre Mehsud se estrecha, pero los intereses de americanos y paquistaníes parecen diferentes sobre el papel. Mientras Washington quiere acabar en primer lugar con los elementos que actúan en suelo afgano y que cada día matan a soldados del Pentágono, Islamabad insiste en que sólo pretende actuar contra aquellos talibanes que ponen en peligro su estabilidad nacional. «Podemos hablar de dos grandes grupos; por un lado, el formado por la red de TTP y, por otro, la Haqqani. Los primeros tienen una fuerte motivación política y sitúan entre sus objetivos a las Fuerzas de Seguridad de Pakistán, pero los segundos se centran en la 'yihad' afgana y no suelen actuar en este lado de la frontera, incluso cooperan hasta cierto punto con Islamabad», declara el analista Imtiaz Gul, director del Centro para la Investigación de Estudios de Seguridad, en un reciente viaje a Islamabad.

La operación está en marcha, pero en realidad el asalto a Waziristán del Sur se inició el pasado junio, cuando, con la operación de Swat a punto de concluir, el Ejército paquistaní inició el bombardeo de refugios, almacenes y campos de entrenamiento de la insurgencia. El máximo mando militar del país, el general Ashfaq Kayani, viajó entonces a la zona para ver en primera persona el plan de campaña que preparó el terreno antes de esta ofensiva final.

Material nocturno

Los paquistaníes cuentan con el apoyo de los aviones no tripulados norteamericanos, que en los últimos meses han intensificado sus operaciones para reducir la capacidad de resistencia de los insurgentes. La más exitosa fue la que acabó en agosto con la vida del hombre más buscado del país, Baitulá Mehsud.

Desde ese día, los nuevos mandos de la insurgencia juraron venganza y Pakistán ha sufrido «una auténtica guerra», según declaró el ministro de Interior, Rehman Malik, tras la reciente operación yihadista contra tres centros policiales y militares en Lahore, la segunda ciudad más importante del país. Además de los 'drones', Pakistán ha solicitado a Washington el envío de material para poder combatir durante la noche.

El acceso a la zona está cerrado, los militares controlan las carreteras, las comunicaciones con los vecinos de la zona son muy complicadas y, en las últimas horas, los medios paquistaníes informan de la salida de miles de civiles de las zonas de combate. Las autoridades, sin embargo, no prevén un éxodo como el causado por la operación tras la ofensiva en Swat, Buner y Bajo Dir y que provocó el pasado mes de mayo lo que Naciones Unidas calificó «el más rápido desplazamiento masivo de personas del mundo».