Adiweli Ali Taar, en primer plano, rodeado de los soldados de la SomCan Coast Guard. / R. C.
ESPAÑA

El taxista que caza piratas

La SomCan Coast Guard, una empresa fundada por un ex chófer de Toronto, vende seguridad a los barcos pesqueros en las convulsas costas de Somalia

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Determinados hombres sólo pueden florecer en un país sin ley. Un ejemplo es Abdiweli Ali Taar, un antiguo taxista de Toronto reconvertido en un extraño empresario que se dedica a la caza de piratas en la región autónoma de Puntlandia, en el norte de Somalia.

Ali Taar es el jefe de un diminuto ejército privado de dos centenares de hombres y equipado con un barco japonés al que ha montado un cañón en la proa y tres todoterrenos armados con ametralladoras antiaéreas. Su base de operaciones se encuentra en Bossaso, la capital de la región autónoma somalí de Puntlandia. Su empresa, la SomCan -abreviatura de Somalia y Canadá- Coast Guard es una de las contratistas que ofrece seguridad a los pesqueros que faenan en las aguas somalíes y su nombre figura en la letra pequeña de la historia de este país africano. Y como la realidad de este ingobernable estado, su biografía es un laberinto.

A finales de los 80, Ali Taar formaba parte de colectivo de emigrantes huidos a Canadá para escapar de la peligrosa situación de Somalia. En Toronto, donde trabajaba como taxista, comenzó a forjarse un futuro de hombre de negocios. Además de conducir, vendía ropas usadas y, al mismo tiempo, establecía contactos con los exportadores de 'trepang' -las holoturias, el llamado pepino de mar-, un componente del sushi.

En 1991, el dictador marxista Said Barre es derrocado y el país se sumerge en la anarquía. En 1995, Ali Taar ya tiene negocios pesqueros en la zona con su hermano Hiff Taar, un antiguo oficial de la marina. La actual piratería se forjaría en esos años, en la frontera de los negocios de los Taar.

En 1998, Puntlandia se declara de forma unilateral región autónoma. Una de sus primeras decisiones es poner en marcha un servicio de guardacostas que acabe con la pesca ilegal y con la práctica de verter residuos tóxicos en sus aguas. Para ello, contratan a la empresa británica Hart Security, que envía a un antiguo miembro de la élite de las fuerzas especiales inglesas -los SAS- para preparar una flota. Este mercenario, Richard Westbury, instruye a soldados que llegan a liberar a un carguero, el Mad Express, apresado por los primeros piratas de la región. Pero en 2001, con Puntlandia envuelta en una guerra civil, el Gobierno local deja de pagar a la empresa del SAS, que abandona la zona. «Estoy seguro de que muchos de los soldados que yo entrené forman parte ahora de las tripulaciones piratas», ha asegurado recientemente Westbury, que tiene el rango de lord.

2001 es el año del taxista de Toronto. Tras la marcha de la empresa británica, el Gobierno de Puntlandia contrata sus servicios para suplir la ausencia de guardacostas en un área con 1600 kilómetros de costa. El primer éxito de la SomCan Coast Guard no tiene nada que ver con la piratería, sino con Brigitte Bardot.

Barco maldito

En marzo de 2003, el carguero holandés Cormo Express viaja desde Australia hasta Arabia Saudí para entregar 52.000 ovejas al país árabe. En el puerto de destino, los compradores descubren que los animales están infectados con sarna, por lo que se niega a permitir el desembarco. El 'Cormo Express' se convierte entonces en un barco maldito que ningún puerto quiere aceptar. Los movimientos ecologistas se interesaron por el caso y la propia Brigitte Bardot, protectora de los animales, envía una carta al ministro de agricultura australiano para que busque «una solución humana» para las ovejas. Finalmente acabaron vendidas a Irak para que fuesen sacrificadas en el Ramadán.

En su periplo, los marineros holandeses del Cormo Express intentaron desembarcar las ovejas en Somalia, convencidos de que en unas aguas sin ley no habría problemas. Sin embargo, la tropa de Ali Taar estuvo persiguiendo al barco y consiguió impedir que se acercara a cualquier playa. En los siguientes años, la SomCan siguió luchando contra la piratería dentro de un negocio perfectamente organizado. Ali Taar ofrecía licencias de pesca a los barcos asiáticos y en la factura incluía la protección del cañón de su barco japonés.

Pero su negoció se tambaleó en 2005. Los Taar, enfrentados al clan del presidente somalí Mohamed Muse Hersi -que había sido propietario de una estación de servicio en Toronto- comenzaron a tener problemas con el Gobierno. En marzo de 2005, Ali Taar embarcó a tres de sus soldados en el pesquero tailandés Sirichainava 12 como fuerza de protección. Una vez en alta mar, los escoltas se amotinaron y, tras hacerse cargo del barco, exigieron un rescate de 800.000 dólares. El hermano de Ali Taar inició una persecución del barco para poner fin a un secuestro que hacía saltar por los aires la credibilidad de su empresa. Tuvo mala suerte. La fragata norteamericana Munro, apoyada por un helicóptero británico, se adelantó y liberó a los pescadores. Los soldados de la SomCan fueron conducidos a Bangkok, donde se les sentenciaron a diez años de prisión.

En enero del año siguiente, las tropas de Ali Taar se enfrentaron en Bossaso con la policía local en un tiroteo todavía sin aclarar. Tras estos incidentes, el contrato con la empresa del taxista de Toronto fue cancelado y se convirtió en un contratista privado más, entre los que ofrecen protección en la zona. En la actualidad, es uno de los candidatos en las elecciones a la presidencia de Puntlandia.