Realidad escandalosa

Dos informes sobre la escandalosa mortalidad infantil a causa de un mal tan tratable como la diarrea y sobre el agravamiento del hambre en el mundo, difundidos ambos por organismos internacionales, sitúan a las instituciones y entidades dedicadas a la cooperación ante un crudo espejo que devuelve una imagen poco esperanzadora. Y que emplaza a la intensificación de las acciones de solidaridad para erradicar la miseria que socava grandes áreas de un planeta muy desigual. Tanto la constatación de que la diarrea mata a más niños que enfermedades como la malaria o el SIDA, como la crisis alimentaria producto del colapso económico y el incremento de los precios, piden soluciones que no sólo palien sus graves efectos sobre las poblaciones depauperadas, sino que propicien la autonomía de las mismas para hacer frente a los problemas.