IMPRESIÓN PRESCINDIBLE

Cuestión de manos

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A Gallardón le pasó lo que a mi amigo Alfredo cuando fue a hacer una entrevista de trabajo para una multinacional en Sevilla. Preparó el viaje con ilusión y se compró un traje nuevo. Lo cierto es que no le dieron el puesto pero, ¿qué demonios?, se quedó con el traje y, una vez en Sevilla, se pasó la noche de parranda con los amigos cerca de la plaza de España. Los dos, el alcalde y mi colega, han hecho balance y se han dado cuenta de que tampoco les convenía demasiado que les hubiesen aceptado, y que iba a ser más un incordio que una ventaja y todo eso. Pero, como siempre, lo malo del después son los despojos. La desconfianza a volver a intentarlo y la merma sobre las propias posibilidades. Ahora Madrid se lo pensará dos veces antes de pedir ser la próxima sede de una convención internacional sobre filatelia y a mi amigo Alfredo irá sin ninguna ilusión a la próxima entrevista, en San Fernando.

A los dos les hubiese venido bien que el maniquí de Chipiona les hubiese echado una mano, que a él le sobraban. Pues para poca salud ninguna, y si no se puede, por eso de la crisis inmobiliaria, poner manos a la obra, habrá que tirarlas, de perdidas, al río. Pero el río y el mar lo devuelven todo. Hasta las manos, Sólo falta ver ahora si también, los del mar Menor, devolverán los trajes. O si los que se están escaqueando de buscar soluciones a la crisis dejan de estar mano sobre mano. Bah, todo quedará en la misma desilusión que, desnuda, es tan simple como una de tus manos. Lo malo es que esta realidad tan desnuda del día a día está llena de varices, de celulitis y de estrías.