Pellegrini se ha convertido en el blanco de las críticas tras caer en Sevilla. / AFP
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Las críticas ya apuntan a Pellegrini

Tras caer en el Sánchez Pizjuán, al técnico chileno se le achacan excesivas rotaciones, cambios de sistema, mala estrategia defensiva y sumisión a las 'vacas sagradas'

COLPISA. MADRID Actualizado: Guardar
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Consumada la primera derrota de la temporada ante el Sevilla, Manuel Pellegrini apareció cabizbajo en las tripas del Pizjuán. Rumiaba el varapalo. Asumía que focalizaría las críticas, que la enorme exigencia del Real Madrid contrasta con la calma de la que disfrutaba en Villarreal. No estaba solo. Jorge Valdano bajó a los vestuarios para animar a su gente. Sus reflexiones, sin embargo, no dejaban bien parado al chileno, con las lógicas dificultades para cuadrar un buen equipo que contente a la hinchada, a sus jugadores y a la crítica, y que compita con éxito.

Es sólo el primer traspié en ocho partidos oficiales pero en un club con más de 400 millones de presupuesto y 252 kilos invertidos en fichajes, el entrenador está muy expuesto. Diana fácil. Mucho más si el presidente es, hoy por hoy, un ídolo intocable para el madridismo. Seguramente no es culpa de Pellegrini que la excelente plantilla merengue esté lastrada en el lateral izquierdo. Si algo mostró Juande Ramos fue que Marcelo es más interior que defensa. Ante el Sevilla, el brasileño fue retratado por Jesús Navas, de nuevo en su mejor versión. Y el relevo es Drenthe, censurado por la grada.

Pero florecen más reproches. Kaká, bastante timorato ante un adversario que muerde como el Sevilla, puso el dedo en la llaga cuando confesó que «al Madrid le faltó personalidad» en Nervión. Un equipo con ocho fichajes no puede construirse de la noche a la mañana pero aquí no hay plazos. Pellegrini argumenta que al Bernabéu le desagradaría el estilo de mucho toque, que el modelo del Barça no concuerda con la idiosincrasia del Madrid. Se equivoca. Lo que no soporta la afición blanca es regalar el balón a rivales como Xerez y Tenerife y emplearse al contragolpe. Reclama un estilo, un patrón definido.

Pellegrini pregona que los cambios son innegociables para mantener fresca y dispuesta a la plantilla, y que todos los jugadores se sientan importantes. Parte de la crítica, empero, considera que las rotaciones están bien siempre que afecten a muy pocos jugadores por partido, y el equipo ya esté hecho, no en plena construcción. Argumentan que es mejor no rotar hasta que el once termine su rodaje y aplique ciertos automatismos.

Menos entiende todavía parte del madridismo que estas rotaciones conlleven modificaciones constantes en los dibujos. Hoy actúan tres delanteros, mañana dos, al siguiente dos centrocampistas de contención, más tarde un trivote. El caso es que en Sevilla se vio a Xabi Alonso desubicado, taponado por Diarra, y a Guti desorientado al ejercer más tirado a banda que como mediapunta.

Pellegrini habló de desatenciones o distracciones, pero encajar cuatro de los seis goles de cabeza no es casualidad. Con el chileno, el Madrid no ha corregido un mal endémico: la falta de organización a la hora de contrarrestar las acciones de estrategia.

El chileno acentúa la clásica idea de muchos técnicos sudamericanos -ya la mostró sin ambages el brasileño Luxemburgo- de que es mejor jugar sin extremos puros. Una teoría válida, pero un problema cuando un adversario se cierra y hombres como Kaká y Guti son quienes deben sorprender desde los costados. El equipo se convierte en un embudo. Rivales como el Sevilla, con Navas y Perotti, penetran por los costados como cuchillo en mantequilla. Robben era un remedio.

'Carapalo'

La mesura y tranquilidad de Pellegrini parecen ahora volverse en su contra, hasta el punto de que ya le apodan el carapalo. Gane, pierda, divierta o aburra su equipo, el entrenador aparece inalterado. Una forma de ser que se alababa en Villarreal y que ahora se relaciona con una ausencia de capacidad de reacción si el equipo sufre.

¿Le imponen más de la cuenta las vacas sagradas? Una pregunta clave tras ver que Higuaín se quedó en el banquillo del Pizjuán. No estaba Cristiano pero Raúl fue el elegido a pesar de que se perdió algún entrenamiento porque tuvo que viajar a Copenhague para defender la candidatura olímpica de Madrid.

El chileno ha empleado mano dura con Granero. El canterano fue sustituido ante el Tenerife, se duchó y se marchó a casa un par de minutos antes de que terminara el partido. Como respuesta, no contó con él ante el Marsella y fue el último en entrar ante el Sevilla, ya en el minuto 81 y en sustitución de Guti. Contó antes con Van der Vaart. El Bernabéu entiende que no es lo mismo jugar con Xabi Alonso, Guti y Granero, que con Diarra, y más si Mahamadou acumulaba un año sin ser titular por una grave lesión.