Una de las vecinas enseña uno de los pozos que han tenido que cerrar debido a la insalubridad del agua./ J. M. A.
Chiclana

Peligro, no potable

Las infecciones provocadas por la contaminación del agua de pozo llevaron a 18 familias a construir ellos mismos el alcantarillado de sus casas

CHICLANA Actualizado: Guardar
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A veces el destino es caprichoso y provoca coincidencias curiosas. Josefa Alonso y Ana Torres encabezan dos de los grupos de la veintena de familias que residen en el Camino Cabo del Agua, en la zona de Las Delicias de Chiclana.

Pese al paradójico nombre del carril, estas dos amas de casa saben muy bien lo que es «no poder fiarse de lo que sale del grifo». Y es que ellas, como el resto de residentes en la zona, sufren desde hace años los problemas derivados de la mala calidad y contaminación del agua que extraen directamente del subsuelo a través de perforaciones y pozos individuales.

Su caso ejemplifica a la perfección el problema que padecen miles de viviendas irregulares de todo el término municipal en relación al agua corriente, ya que estas construcciones sólo disponen de fosas sépticas para las aguas negras que se suelen filtrar a los acuíferos, de donde se extrae el agua potable para consumo humano a través de pozos perforados de forma incontrolada.

«Nosotros estábamos hartos, los niños cogían infecciones continuas, hicimos muchas analíticas y los médicos nos dijeron que la causa era la contaminación del agua», explican Ana y Josefa.

En los hogares del Camino Cabo del Agua tomaron hace un par de años una decisión firme para acabar con este problema. «Los propios vecinos decidimos urbanizar la calle y meter los tubos para tener alcantarillado», explican.

Dicho y hecho. Hace algo menos de dos años varios residentes en la zona, todos dedicados a la albañilería y arropados por sus mujeres e hijos, compraban los materiales necesarios y en un par de días abrían la calle sin permiso «después de varias peticiones al Ayuntamiento», recuerdan. Ellos mismos conectaron el carril donde se ubican sus domicilios a la red general de alcantarillado a través de un ramal principal localizado a unos metros. Esta actuación les costó una fuerte sanción económica por parte del Ayuntamiento, ya que la actuación no pasó desapercibida para la empresa municipal de aguas, Chiclana Natural, «que incluso mandó un técnico para revisar la obra que habíamos hecho», recuerdan.

Fosas

Aunque tanto Ana y Josefa como el resto del vecindario saben que lo que hicieron no es legal, ellas consideran que fue la única salida que les quedaba «para que mis hijos dejaran de tener ronchas».

Los vecinos el Camino Cabo del Agua aseguran que se llevaron «varios años pidiendo unas condiciones dignas para vivir», y explicaban ayer que todavía temen «que la época de las infecciones vuelva». Eso sí, desde que su red de aguas se ha normalizado, y aunque todavía extraen el agua para baño y uso doméstico del pozo perforado, «no hemos tenido más problemas», explican.

Estas vecinas achacan la contaminación del agua de la zona «al gran número de fosas sépticas que hay por ahí detrás», así como al origen agrícola de las parcelas donde levantaron sus hogares hace años. Tantos sus casas, sin licencia, como las de otras zonas cercanas a Panzacola (incluidas dentro del Área de Gestión Básica denominada Majadillas), arrastran problemas de calidad del agua, ya que ésta no procede de la red general y no se depura.

«El agua huele mal y tiene mucha cal. Nosotros bebemos sólo embotellada», explica Petronila Sánchez, otra vecina que lleva años «echándole productos al pozo» sin resultado alguno.