Blanco, acompañado de las ministras de Medio Ambiente (izda.) y Vivienda. / EFE
ESPAÑA

Blanco vuelve a la refriega para orquestar la defensa de Zapatero

Recuerda a Solbes y Sevilla que «uno no es ministro por méritos propios», sino porque así lo quiere el presidente

MADRID Actualizado: Guardar
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El hombre que durante ocho años puso firme al PSOE con sólo levantar el teléfono ha vuelto. Después de meses dedicado en cuerpo y alma al Ministerio del Fomento y rodeado de un aura institucional hasta entonces desconocida, José Blanco ha tenido que recuperar el dardo dialéctico para poner orden en un gallinero que José Luis Rodríguez Zapatero delegó a Leire Pajín hace algo menos de año y medio. El vicesecretario general de los socialistas presidió ayer una reunión con la secretaria de Organización y los líderes territoriales para intentar orquestar un cierre de filas de todos los estratos del partido en defensa de la política económica del Gobierno. Y hecha la labor interna se fue a un almuerzo coloquio para aplacar el fuego amigo disparado con la salida reciente de los ex ministros.

Los socialistas se han encontrado con un elemento que mueve la tierra bajo sus pies y lastra sus esfuerzos por hacer entendible unos presupuestos y una subida de impuestos criticados a izquierda y derecha, por empresarios y sindicatos: los comentarios demoledores de Jordi Sevilla o Pedro Solbes. Blanco, con cierto tono irónico, reclamó un ejercicio de lealtad a sus antiguos compañeros de viaje. «Cuando yo deje de ser ministro estaré eternamente agradecido al presidente porque hay miles de ciudadanos que podrían hacerlo mejor o igual de bien que yo», subrayó. «Uno no es ministro por méritos propios ni por su currículum, sino porque el presidente del Gobierno decide que lo sea», afirmó.

Son muchos los que piensan que, mientras dure la crisis y el partido siga sumido en el actual clima de «desazón», lograr estabilidad interna será una tarea ardua. No porque el liderazgo de Zapatero esté en cuestión sino porque el aislamiento político al que tienen que hacer frente genera inseguridades. Los reproches de los propios, vieja guardia o defenestrados, logran un eco impensable en tiempos de bonanza. El presidente no es ya un líder sin mácula. Ahora, como recuerda alguno de los perjudicados, tiene «muertos en el armario», antiguos amigos o colaboradores que han ido quedando fuera del poder. Blanco es uno de los pocos supervivientes del grupo Nueva Vía que lo aupó al liderazgo del partido en 2000, el que ganó el 35 Congreso a José Bono con un mísero teléfono móvil y el que dirigió las dos campañas electorales que lo llevaron a La Moncloa. El político de confianza que aún hoy le resulta útil para lo que hizo siempre y para más.