. Pablo Pineda y Lola Dueñas, mejores actores en el Festival de San Sebastián. /
Festival de San Sebastián Nueve días de glamour

San Sebastián se rinde a Pablo

El protagonista de 'Yo, también', primer universitario con síndrome de Down, obtiene el premio de interpretación junto a Lola Dueñas La Concha de Oro recae en la china 'Ciudad de vida y muerte'

SAN SEBASTIÁN Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El jurado de San Sebastián ha hecho oídos sordos una vez más al dictamen de la crítica y el sentir popular. La china Ciudad de vida y muerte, galardonada con la Concha de Oro, contaba en las quinielas por su crudísima recreación del asedio de Nankín, uno de los episodios más sangrientos de la guerra chino-japonesa (1937-1945). Pero la gran favorita, la única película que ha hecho salir del Kursaal con una sonrisa de oreja a oreja, El secreto de sus ojos, no ha recibido una mísera mención. La cinta de Juan José Campanella ya está en los cines. El jurado presidido por Laurent Cantet ha debido estimar que no necesita de premios para apuntalar su carrera comercial.

Al cine español, que presentaba tres títulos a concurso, le ha ido muy en el Zinemaldia. Javier Rebollo, cineasta de culto y veneno para la taquilla, obtiene la Concha de Plata al mejor director por La mujer sin piano. La corrección política ha podido más que el rigor en el apartado interpretativo: Lola Dueñas y Pablo Pineda son los mejores actores por Yo, también, una historia luminosa y buenrrollista que tiene ante sí una esperanzadora trayectoria en las salas. Pineda, el primer europeo con síndrome de Down licenciado en la universidad, casi se interpreta a sí mismo. San Sebastián ha sancionado que es mejor actor que Robert Duvall y Ricardo Darín.

El director chino Lu Chuan, autor de Ciudad de vida y muerte, cerró ayer los bares de Donosti. «La Concha de Oro es fundamental para mi película. Me han bloqueado la distribución en la mayor parte de China y no puedo presentarla a los festivales locales. Este premio empuja y apoya la cinta de una manera que el jurado no es capaz de imaginarse». En su país no ha sentado muy bien que haya utilizado el punto de vista de un soldado japonés para narrar la masacre de Nanquín, donde se estima que murieron 300.000 personas.

Toneladas de sangre

Rodada en blanco y negro y formato panorámico, Ciudad de vida y muerte pone los pelos de punta y acaba por agotar. Disparos a bocajarro, niños arrojados por la ventana, violaciones... La sucesión de brutalidades están filmadas con el mismo nervio que la parte inicial de Salvar al soldado Ryan. Dos horas y cuarto de metraje que alternan la visión de uno y otro bando, hasta que las masas sin identificar se van singularizando: el soldado japonés enamorado de la prostituta china, el colaboracionista, el nazi bueno...

«Pensaba que el público chino podía aceptarla bien, pero ha sido muy polémica, algunos hasta me llaman traidor», lamenta Lu Chuan, que tiene como película de cabecera La lista de Schindler. Las toneladas de sangre se hacen más soportables en blanco y negro. «Ayuda a mostrar un respeto por todos los que murieron allí». Sin embargo, a nuestros ojos occidentales surgen dos pegas: no es fácil distinguir los personajes chinos de los japoneses y el mensaje maniqueo acerca el filme al panfleto. Si hasta gritan al final «¡Viva China!»...

Javier Rebollo también brindaba ayer con champán: «Este premio demuestra que hay otro tipo de cine español. E incluyo a la película que ha recibido el premio Fipresci (la crítica internacional), Los condenados, de Isaki Lacuesta». La mujer sin piano narra el periplo nocturno de un ama de casa hastiada interpretada por Carmen Machi. Su tono minimalista a lo Kaurismaki pondrá de los nervios al espectador no avisado. Rebollo, firmante del manifiesto contra la orden que desarrolla la Ley de Cine, hace cine para minorías.

La batalla de la taquilla

«La taquilla es sólo una batalla, no la guerra. Hay muchos otros lugares donde una película debe combatir», afirma este azote del director general de Cine. «Guardans me parece un buen político, un tipo inteligente pero intolerante, muy maleducado y violento. Cada vez que escucho la palabra industria unido a lo cultural me pongo malo».

Yo, también lo tendrá más fácil para llegar al gran público. Resulta imposible no sentir simpatía y admiración por Pablo Pineda, que encarna a un chico enamorado de una compañera de trabajo que jamás lo verá como objeto de deseo. El primer largo de Álvaro Pastor y Antonio Naharro rehúye el sentimentalismo y la sordidez. Todo se lo debe a su protagonista, cuya inteligencia y verborrea no es representativa del colectivo de personas con síndromes de Down.

De inmensa broma puede calificarse el Premio Especial del Jurado para El refugio, de François Ozon. Transcurre en el País Vasco francés y cuenta la empanada mental de una ex drogadicta embarazada, que intenta superar la muerte por sobredosis del padre de su hijo enrollándose con su cuñado gay. Efectivamente, sólo podía ser francesa.