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La fuerte oposición suaviza la reforma sanitaria de Barack Obama

| CORRESPONSAL. NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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Como en el increíble hombre menguante, la reforma sanitaria de Barack Obama sigue perdiendo peso. Todo sea en pro de una conciliación bipartidista que también parece alejarse. En el último repliegue, el Gobierno ha aceptado que la opción de un seguro público quede fuera del plan. Con ello, de facto, el programa sólo fortalecería la cartera de clientes de las todopoderosas compañías de seguros que actualmente explotan a los estadounidenses con tarifas astronómicas, y con todo casi siempre se las apañan para dejarlos colgados cuando les asaltan problemas graves de salud.

El plan obligaría a los ciudadanos estadounidenses a adquirir una póliza de seguro médico contribuyendo a sufragarla con deducciones fiscales en la declaración de la renta. Ello proporcionaría, con dinero de los contribuyentes, 50 millones de nuevos clientes a las aseguradoras, y podría presumir de cobertura universal. Eso sí, más precaria imposible, porque en las actuales condiciones los copagos y deducibles son tan altos que el 77.9% de los que se declaran en bancarrota por facturas médicas pagan un seguro.

La esperanza que ofrecía la proyecto de Obama para los consumidores era la alternativa de un seguro público de libre elección, que según el presidente «forzaría a las compañías de seguro privadas a ser honestas», so pena de perder clientes en aras de la opción pública. Pronto las compañías de seguros y sus adalides en el Congreso han comprendido la amenaza que eso supone a sus holgados beneficios, por lo que han decidido hacerle la guerra.

Tanta ha sido la presión por parte de los republicanos y de los demócratas conservadores que el sábado la ministra de Sanidad, Kathleen Sebelius, sorprendió al declarar que «la opción pública no es indispensable» para que triunfe la reforma sanitaria. «Lo que importa es que haya alternativas y competencia», afirmó. La Casa Blanca se apresuró a matizar sus declaraciones, pero horas después el propio presidente minimizaba el papel de esa opción pública que, «tanto si ocurre como si no, es sólo un aspecto de la reforma sanitaria», dijo.

Los republicanos afirman que ninguna compañía privada está en condiciones de competir con el Gobierno, por lo que vaticinan que esto llevaría a las aseguradoras a la bancarrota y haría que los empresarios dejen de proveer a sus empleados con pólizas. El proyecto de Ley que desarrolla el Senado previsiblemente no contendrá esta parte tan esencial del plan, porque según dijo su presidente y senador demócrata Kent Conrad, «simplemente no hay los votos para impulsarlo».