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El detenido advirtió a su círculo próximo que estaba «harto» y que se iba a marchar

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Jenaro Jiménez no se fue en silencio. Si bien no comentó sus planes de fuga ni a familiares ni a amigos, su actitud durante los días anteriores le delataron hasta el punto de llegar a reconocer que estaba «harto» y que se iba a marchar, según consta en las declaraciones de allegados y socios que se incluyen en la parte del sumario que se ha hecho pública.

Al primero al que le confiesa sus intenciones de abandonar Cádiz es a un amigo íntimo al que posteriormente le pide prestados 56.000 euros. Aquella conversación se produce en diciembre de 2007 cuando, de manera informal y sin concretar nada le suelta que «estaba harto de todo y que iba a coger una bicicleta para marcharse a Portugal». El conocido no dio entonces importancia aquellas palabras por lo disparatado del plan.

Pero cuando se iba acercando la fecha, el empresario se mostraba inquieto y descuidado en su día a día y con su círculo próximo. Los nervios le fallaron en varias ocasiones y llegó a contarle a un socio y amigo íntimo que iba a hacer algo para solucionar los problemas económicos y que se lo explicaría si juraba no decirlo. Pero finalmente no le dio detalle de sus intenciones. El último que pudo oír una de esas confesiones a medias fue un empleado al que dijo un par de días antes de marcharse que el lunes estarían todos los problemas solucionados.

La semana previa a la huida, el empresario sacó casi 10.000 euros de distintos cajeros automáticos y se apropió de un sobre con 47.000 euros que había cobrado recientemente como señal por la venta de un piso en la calle Marconi. Pero eso no fue todo, también contrató numerosos seguros de vida con distintas entidades. En el sumario del caso se enumeran hasta 15 que incluyen indemnizaciones por muerte accidental. Ocho de ellas se sacan el mismo mes de la desaparición y el resto durante ese año.

También cede los poderes notariales a su cuñado y socio que dice enterarse de este movimiento cuando recibe la llamada de la notaría una semana después de la desaparición. Para rematar la faena, Jenaro celebra una cena improvisada en su domicilio la noche anterior en la que procura no mostrar evidencias de lo que ocurriría horas después.