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Los padres jerezanos lideran la demanda de detectives privados para vigilar a sus hijos

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Apenas empezaba la semana, Jerez conocía la noticia de la detención de cinco menores por su presunta implicación en destrozos en las calles de la ciudad. Al poco tiempo estremecía otra información diferenciada, la que alertaba de un consumo masivo de cocaína entre los adolescentes jerezanos, que se iniciaban en esta droga entre los catorce y quince años de media. No son datos aislados. La conocida evolución de los menores de edad quiebra la cabeza de sus progenitores, cuya preocupación les lleva a tantear medidas dispares para poder conocer la cara oculta de la vida de sus hijos.

Visitando agencias

«Los padres siempre intentan ayudar a sus hijos primero; el detective es una persona que siempre queda al final. Hasta que ven que ya han dado todos los palos posibles, y deciden hacer una inversión y contratar a alguien que pueda decirles algo más». Así lo afirma un detective de Adeinsur, una de las agencias en auge de Jerez. Otra organización de éxito es Pikerton, que abre su abanico de actuación a toda la provincia de Cádiz. Ambas se inmiscuyen con frecuencia en el seguimiento de adolescentes por encargo paterno. El detective de Pikerton reconoce que «desde hace 6 ó 7 años ha aumentado todo lo relacionado con los menores. Hace unos años lo que detectamos era el consumo de alcohol, y hoy día los porrillos son muy habituales... entre otras cosas. Operamos en toda la provincia, pero donde más casos tenemos de seguimiento de adolescentes y de custodias es en Jerez». Y ante el miedo a los datos empíricos y las sospechas que se hacen evidentes, los padres se inmiscuyen en la búsqueda desesperada de soluciones.

Cabe preguntarse los motivos concretos que hacen a un padre decidirse para acudir a un detective privado. El profesional de Adeinsur está convencido de que las preocupaciones siempre son las mismas: «A los padres les preocupa las amistades que tiene el niño, pueden estar preocupados porque algún día ha llegado embriagado, les preocupa que esté bebiendo, o que se está tomando alguna sustancia que no sea normal. También sospechan porque llegue tarde, porque dé malas contestaciones, porque vean que no es él cuando llega de la calle, porque vean que se pierde. No hay otros motivos, todos son los de ese amplio abanico que te he nombrado».

Lo estremecedor del asunto llega cuando la posible obsesión de sobreprotección paterna e infundada se traslada a un descubrimiento real.

Un miedo real

«Cuando un padre está inquieto es porque sospecha, y sabe que su hijo está haciendo algo que no es correcto. Si no, no lo haría», explican los detectives. «Y muchas veces las sospechas suelen ser fundadas. Los padres no se deben alarmar, pero deben estar atentos».

El grueso de trabajos de seguimiento suele realizarse con jóvenes entre los 15 y los 25 años, y el precio, según explica el profesional de Pikerton, depende de la cantidad de horas que se contraten. «Cuantas más horas, más caro le sale el cliente. Un servicio de seguimiento de fin de semana, de dos o tres días, sale a partir de los 1.000 euros». La dificultad del trabajo es notable; basta con imaginar los principales lugares de diversión y encuentro de los adolescentes actuales. El detective de Adeinsur cuenta que «seguir a un chaval es muy complicado, sobre todo porque se mueven por sitios por donde tú no te puedes mover. Imagina en una botellona a un hombre de mi edad entre gente de 18. Pasar desapercibido es muy difícil. Algunas veces se consigue, y a veces no». El riesgo puede tambalear el éxito de la investigación.

Futuro incierto

«El padre está siempre pendiente del hijo, aunque éste no lo crea. Y más como está la vida, que en cualquier lado te puedes encontrar cualquier cosa». La esperanza de mejora se tambalea por la situación y por la frecuencia de las demandas de estos servicios. Adeinsur los recibe en una cantidad proporcional al resto de trabajos, mientras que Pikerton enmarca estos casos como una tendencia de peticiones crecientes. Sea como sea, ambos se han acabado convirtiendo en parte activa de esta realidad social relevante.