FERIA DE COLOMBINASDE HUELVA FICHA

Perea enamora

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Se presagiaba poco bueno por culpa de los toros, ya que los dos primeros se cayeron incluso antes de ir al caballo. Pero con Perera llegó algo grande. Su mando es su temple, para dominar y para dar fuerzas al toro que no las tiene, y su capacidad para resolver un triunfo en mayúsculas. Ya su primera faena tuvo altura, por la condición misma del toro, que fue la primera excepción en la tarde, pues fue noble, tuvo clase y duró mucho. Contó también la aplastante seguridad y excelentes formas del torero. Y el contexto de júbilo final.

Detalle para abundar en el carácter de acontecimiento de aquello, el brindis al empresario (hoy también ganadero) José Luis Pereda, alma máter de la más reciente historia del toreo en Huelva, pues se cumple este año el XXV aniversario de su aventura para rehabilitar y recuperar la centenaria plaza de La Merced donde felizmente la ciudad sigue con su tradición taurina. La modernidad tiene toros en Huelva gracias a José Luis Pereda.

A su vez, Perera (el torero) le brindó la muerte del tercero. La plaza se vino abajo en la ovación cuando los dos se fundieron en un abrazo en el intercambio de la montera, señal de que el emprendedor e ilusionado empresario, muy querido entre los suyos, ha logrado el reconocimiento de profeta en si tierra. La faena, a la altura del brindis, fue de antología. Estático y mayestático; quietísimo y muy templado; firme, seguro y mandón; exultante en las formas y con regusto en la interpretación. Perera acabó con el cuadro. Dos orejas. Como colofón, otro triunfo grande en el sexto. Perera volvió a lancear con la misma quietud y bella apostura a la verónica y en un quite por tafalleras. En la muleta, desde los dos pendulazos ligados a un larguísimo circular por detrás a su vez vaciado, sin solución de continuidad, en el remate de pecho, y hasta la estocada final, la faena fue puro frenesí. Entrega a tres bandas: toro, torero y público, al unísono y a tope. Primero en la distancia larga, después en las cercanías, siempre el mismo buen tono. Perera suma y sigue otra cumbre en Huelva.

Ponce también contó en la tarde, aunque en otra dimensión. A su primero lo toreó a media altura y con extrema suavidad, pero se impuso la excesiva blandura del animal. El cuarto duró lo justo como para una faena sin profundidades. Elegante, largo y discontinuo trasteo, sonando el aviso mientras toreaba.

El primero de Morante salió ya rajado de chiqueros. Dos pinceladas con el capote y desarme en un simulacro de quite. Mal banderilleado, ahí empezó el mosqueo de Morante, que, no obstante, aún torearía a dos manos en una asolerada apertura de faena que no tuvo limpieza ni continuidad.

Pero en el siguiente, con la mayor desfachatez, dejó Moraante que su picador masacrara al toro. Y con la muleta de nuevo a correr. No se entretuvo ni en quitarle las moscas. Tras un infame bajonazo «Morante» salió despavorido.