MUNDO

Fin de la guerra de los carteles

Nuevo paso en la distensión entre Cuba y EE UU tras el apagón del panel con críticas al régimen castrista y la retirada de imágenes con las torturas norteamericanas en Irak

| CORRESPONSAL. LA HABANA Actualizado: Guardar
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Un reciente 'apagón' en La Habana ha contribuido a distender un poco más las relaciones cubano-estadounidenses y a poner fin a la llamada guerra de los carteles. Washington ordenó apagar el letrero de grandes letras rojas que desde el quinto piso de la Oficina de Intereses (SINA) daba noticias anticastristas, mensajes pidiendo democracia y reproducía párrafos de la Declaración de los Derechos Humanos.

No pasa de ser una anécdota, pero en un ambiente donde las señales aunque sean de humo cuentan, el gesto es significativo. Según el Departamento de Estado norteamericano, la pantalla «no era efectiva como una manera de llevar información a los cubanos», ya que «ni siquiera podían verla porque fue bloqueada».

Días antes, el Gobierno cubano había retirado del costado del edificio asomado al Malecón los grandes paneles desde donde se exhibían imágenes de las torturas llevadas a cabo por las tropas estadounidenses en Irak o al ex presidente George W. Bush con colmillos ensangrentados. Ni siquiera ha quedado el cartel que durante 30 años declaraba en una caricatura: «Señores imperialistas: ¡No les tenemos absolutamente ningún miedo!».

La guerra de los carteles comenzó en la Navidad de 2004, cuando EE UU colocó en el jardín de la legación un letrero con el número 75, en referencia a los disidentes detenidos y condenados a severas penas de prisión en la primavera de 2003. Poco después, los cubanos instalaban el gran soporte metálico que se había mantenido hasta ahora. La mecha se activó en 2006, cuando se encendió el panel que podía ser visto desde la otra punta del Malecón habanero. Aquellos primeros días, la novedad corrió como la pólvora y grupos de cubanos se acercaban -como quien no quiere la cosa y siempre sin detenerse- para divisar los mensajes con la propaganda anticastrista.

'Monte de las banderas'

Casi de inmediato, las excavadoras comenzaron a levantar la calle frente a la sede de la representación estadounidense que se utilizaba como estacionamiento. El entonces presidente Fidel Castro supervisó las obras sobre el terreno pero no dio pistas sobre lo que se iba a construir en el solar. Un mes después se inauguraba una instalación, al comienzo de la conocida como tribuna antiimperialista, escenario de las principales marchas de protesta contra Estados Unidos, bautizada popularmente como el 'protestodromo' y que acoge también multitudinarios conciertos gratuitos. Se bautizó con el nombre de 'el monte de las banderas' porque instalaron 138 enseñas negras ondeando en otros tantos mástiles tan altos que tapaban el letrero de la legación norteamericana. El entonces portavoz del Departamento de Estado reconoció que «simplemente sentimos que este duelo de paneles despreciativos no servía para promover una relación más productiva» entre ambos países.

Pero la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca ha cambiado la perspectiva. El mandatario afroamericano confía más en medidas como las adoptadas en abril para acercar más a las familias a ambos lados del estrecho de La Florida -liberalización de los viajes y el envío de remesas- que en los letreros como vía para intentar la normalización de las relaciones. Por ahora, los gestos se siguen produciendo. Obama autorizó a las compañías de telefonía estadounidense a negociar con La Habana y además el pasado 14 de julio ambos países retomaron las negociaciones migratorias suspendidas desde el año 2003.

Ya en los últimos meses el encendido del panel era irregular. Tal vez era un preludio de su apagado definitivo, que no ha tenido un gran impacto entre los habaneros.

Pero como tampoco hay que exagerar en los gestos, las autoridades de la isla aseguraron que se mantendrá el monumento de las enseñas que sólo en días de fiesta nacional lucen las coloridas banderas cubanas. El resto del tiempo se agitaran las negras con una estrella blanca.