AL AIRE LIBRE

Desgobierno local

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Ya es grave que un Ayuntamiento acumule una deuda insoportable y asfixiante, que crece día tras día y se refinancia tiempo a tiempo, con más costes y más apreturas. Y ya es también grave que una entidad local mantenga una plantilla sobredimensionada, en la que brillan y descuellan funcionarios salidos de la nada con cargos de confianza de altos sueldos y mejores prebendas. Ya es grave que se encaramen a los entresijos del poder personajillos de nulas trayectorias, ínfimas capacidades e irrisorias cualificaciones, que andan, cual nuevos validos de los antiguos reyes, manejando sin legitimidad alguna resortes de mando y oficiando de consejeros áulicos de quienes ostentan el poder por legitimidad democrática, pero lo ejercen y lo practican entre anónimos asesores, en una pirueta nada democrática. Pero por si todo esto fuera poco, resulta que ahora, desde las mismas filas del partido en el gobierno local, se alzan voces de descontento que suben hasta los virreinatos del socialismo andaluz, pidiendo llamadas al orden frente a una situación, dicen, en la que no se gobierna. En resumen: tenemos deuda, inflación funcionarial, inflación de sueldos, dedocracia y amiguismo frente a meritocracia y desgobierno. Como ven, todo un lujo al alcance sólo de los más ineptos, y todo ello bendecido por un sistema que hace de los Ayuntamientos españoles entidades sin control alguno, feudos del poder señorial de los nuevos señoritos del sistema, donde nadie tira de la manta porque tiene miedo de que la mierda le salpique. Decía Thomas Hobbes en el capítulo 17 del Leviathan, que «entre los hombres, hay muchos que se imaginan a sí mismos más sabios y capaces para gobernar la cosa pública, que el resto; dichas personas se afanan por reformar e innovar, una de esta manera, otra de aquella, con lo cual acarrean perturbación y guerra civil». En Jerez aún no ha llegado la sangre al río, pero la perturbación está servida. Sería aconsejable que se sirviese bien fría, que nunca los calores del estío fueron propicios a la serenidad y sí al acaloramiento. Ya se encargarán de enfriarla bien los profesionales del ramo, para que, como siempre, nunca pase nada. Y así, hasta las próximas elecciones.