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El maestro de las medias figuras

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Con sus palabras y, sobre todo, con las expresiones de sus rostros iluminados, lo manifestaban aquellas tres señoras -Eloísa, Carmen y Ana- que estaban sentadas en la fila de delante: «¡Hay que ver la suerte que hemos tenido al enterarnos hace un cuarto de hora de esta conferencia!». Y es que, efectivamente, el acto que, dentro de las actividades de la Delegación provincial de Cultura de la Junta de Andalucía y organizado también por la Asociación Qultura, celebrado el pasado miércoles en la sala de proyecciones del Museo de Cádiz, constituyó el mentís rotundo de un tópico que repetimos de manera insistente muchos de los que amamos y veneramos las manifestaciones artísticas: No es cierto que los temas artístícos despiertan aquí un escaso interés.

Como reconoció el mismo conferenciante, el elevado número de asistentes, la atención que prestaron a su exposición y el entusiasmo con el que le aplaudieron demostraron que, en nuestra Ciudad, existe un amplio y variado público que acude con gusto a los actos culturales cuando están dotados de calidad y han sido adecuadamente programados.

Gracias a la maestría descriptiva y analítica del profesor Enrique Valdivieso, Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, desde aquella sobria sala, giramos una amena y placentera visita a los museos del Prado, Ermitage de San Petersburgo, Metropolitano de Nueva York, Rijkmuseum de Ámsterdam, Pinacoteca de Brera de Milán, Louvre de París, Kunsthistorische de Viena y Staatliche de Berlín. Al final del acto, varios asistentes coincidían en la habilidad con la que el conferenciante, de manera sobria, precisa, interesante y breve, nos explicó los rasgos que caracterizan las obras del Maestro de las Medias Figuras, un pintor cuyo nombre aún permanece en el misterio y cuyas obras están distribuidas entre las pinacotecas más importantes del mundo. La descripción de este amplio conjunto de pinturas sirvió para ubicar geográfica (Países Bajos) y cronológicamente (entre 1500 y 1550) un estilo característico y, sobre todo, para valorar el cuadro objeto de nuestra contemplación: La Virgen con el Niño, obra que permanecerá expuesta durante tres meses en la planta primera del Museo.

La elegancia, por ejemplo, de Santa Catalina (Pinacoteca Brera), la delicadeza de las Tocadoras de música (Ermitage), la sobriedad del Retrato Femenino (Kunsthistorische museum), la delicadeza del los rostros del tríptico (Museo del Prado) o, incluso, la hermosura del Juicio de Paris (Rijkmuseum) nos sirvieron, no sólo para interpretar el gusto estético de una época decisiva de la Historia de nuestra cultura, sino también para valorar la depurada belleza de la pequeña obra que, perteneciente a una colección privada, se expone en nuestro Museo.

Por esta razón no hemos dudado en acudir a la nueva convocatoria de la Asociación Qultura, ese grupo de amantes de las cosas buenas y bellas, que nos proporciona periódicamente la oportunidad de que nos deleitemos con agudos análisis y con sabrosas explicaciones de obras expuestas en nuestro Museo Provincial. Hemos disfrutado contemplando la sobria elegancia que nos transmiten cálidos mensajes de liberadora simpatía.

Con el propósito de asimilar con mayor facilidad estos exquisitos y sustanciosos manjares, he decidido regresar con el fin de que, sedimentados, asimile los interesantes datos y las múltiples sensaciones que acabo de experimentar.