editorial

Veracidad sanitaria

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La noticia de que el nuevo ministro de Salud argentino estima en 100.000 los casos de gripe A que se han dado hasta la fecha en su país no sólo ha revelado la indigna gestión de una crisis sanitaria que fue minusvalorada públicamente por las autoridades de Buenos Aires para afrontar sin sobresaltos las elecciones del pasado domingo. Tiende a confirmar además la hipótesis de que el virus H1N1 podría estar suplantando a la gripe estacional en el invierno del hemisferio sur, lo que llevaría a la administración sanitaria de los países del hemisferio norte a trabajar sobre el supuesto de que algo semejante podría ocurrir a partir de otoño en Europa, Norteamérica y en los países y regiones asiáticas más septentrionales. El ocultamiento de las estimaciones gubernamentales sobre la incidencia de la gripe A en Argentina ha venido a demostrar hasta qué punto la opacidad o la manipulación informativa, empleadas en este caso para contener la alarma social ante una enfermedad contagiosa emergente, se convierten a la larga en factores de disparan la inquietud ciudadana e incrementan la desconfianza social respecto a las versiones oficiales. De ahí que resulte imprescindible que los responsables de salud de los distintos gobiernos y los dirigentes de la OMS perseveren en la máxima transparencia informativa, aportando a la opinión pública cuantos datos sean relevantes para que la ciudadanía pueda hacerse su propia composición de lugar.

Es necesario que las autoridades sanitarias comuniquen en tiempo real las cifras de contagios confirmados, las cifras que estiman en el conjunto de la población, las primeras evidencias sobre los grupos de riesgo, el momento en que se supone podrá disponerse de una vacuna y, en tanto se acerque el momento de la epidemia estacional, los criterios con los que se desarrollará la campaña de vacunación. La información es la primera y principal medida de prevención sanitaria. De ella depende que la sociedad sea capaz de tomar sus propias decisiones de forma cabal, a ella se deberá que pueda procederse a un uso racional de los recursos humanos y materiales, y que la ciudadanía sepa reaccionar a tiempo y sin dramatismos ante una cepa de la gripe que, hoy por hoy, no se presenta ni más virulenta ni con mayor poder de contagio que las que hasta ahora venían afrontándose de manera estacional.