CÁDIZ

El topolino en blanco y negro

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Corría el mes de abril de 1960 y el Salón Italiano de la calle Ancha cumplía su vigésimo aniversario. En ese momento, los Campo compartían trabajo en la heladería. Gianni, entonces, con 17 años (en el centro), se encargaba «un poco de todo», desde hacer barquillo para el famoso topolino (ese manjar de cucurucho y chocolate), hasta atender a la gente o limpiar. «Recuerdo muchas cosas: lo trabajadora que era mi madre, ese reloj de la pared (el primero de pilas que hubo en Cádiz), o la máquina de palanca de café que compramos en Barcelona».