AL AIRE LIBRE

El Sínodo horrendo

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En el mes de enero del año 897 tuvo lugar en San Juan de Letrán de Roma un macabro ritual que ha pasado a la historia con el nombre de Sínodo Horrendo ó Sínodo del Cadáver. En él se enjuició a Formosus, un papa avanzado en edad que, después de un pontificado de cinco años, había muerto el cuatro de abril del 896. El juicio fue ordenado por el pontífice reinante, Esteban VII. Parece que este Papa fue hombre de inteligencia excepcional, habilidad y fama de santidad, pero no por ello había impedido el hacerse de enemigos políticos. Ninguna transcripción existe del juicio del Sínodo. Pero por otras fuentes nos han llegado descripciones de lo sucedido. Esteban VII presidió el proceso. Comenzó la vista cuando se exhumó el cadáver de Formosus, ya putrefacto, y fue llevado a la sala del Tribunal. El cadáver fue apoyado en el respaldo de una silla sobre la que previamente sentaron a un joven clérigo con el mandato de defender a Formosus hablando en su patrocinio. La farsa macabra fue dominada totalmente por Esteban, quien intimidaba a la multitud con sus encendidas peroratas, mientras los presentes contemplaban el horror, y el clérigo defensor tartamudeaba palabras de negación de los cargos, sin atreverse a más. Cuando la farsa concluyó, la sentencia fue condenatoria en todas las acusaciones: perjurio, codicia del papado y violación de cánones de la iglesia. Se deshabilitaron los actos y ordenaciones de Formosus, se le cortaron los dedos de la mano derecha que daban las bendiciones, y se despojó al cadáver de sus ornamentos papales, siendo enterrado en fosa común y más tarde tirado al Tíber. ¿Porqué les cuento hoy esto? En estos días hemos visto un esperpento ligeramente parecido, orquestado por la izquierda del Ayuntamiento de Madrid, que ha tenido la delicadeza de no pedir la exhumación del cadáver de Franco para sentarlo en el sillón de plenos. En un nuevo aunque mucho más pulcro Sínodo, se le han retirado a Franco unos honores que ya no tenía, porque tales honores sólo son vitalicios, y se fueron con él a Cuelgamuros. Así que han perdido el tiempo, que para eso les pagamos.