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A un energúmeno con carné de conducir

| Cádiz Actualizado: Guardar
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El viernes, 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, sobre las 13.30 horas, y más o menos a la altura de Los Toruños, una pata, con diez patitos tras ella salió de la cuneta y se adentró en la autovía. Dos coches que pasaban por el lugar, ralentizaron la marcha y los esquivaron. Pero en ese momento hizo su aparición un tercero, conducido por un energúmeno que ese día estaba dispuesto a apuntarse un trofeo muy especial entre sus proezas. Los tenía enfrente y se lanzó a por ellos. En un segundo, la pata y sus diez patitos quedaron convertidos en una masa sanguinolenta sobre el asfalto.

Conseguido el objetivo, el tipo siguió como si tal cosa, hasta puede que frotándose las manos por lo que acababa de conseguir. Recordé, cuando me lo contaron, que tenía en casa un póster publicitario de Dinamarca en el que un guardia urbano detiene el tráfico para que pase una pata con sus patitos. Pero España es diferente. Nuestras carreteras y autovías están plagadas de restos de animales que fueron atropellados... muchos de ellos en las cunetas.

Escribo estas líneas en la esperanza de que ese energúmeno con carné de conducir, cruel, despiadado y probablemente falto de testosterona (está demostrado, cuando tanto necesitan reafirmar su virilidad con proezas de esta categoría) las lea. Pero me gustaría también que la Delegación Provincial de Medio Ambiente tomara nota del tema, dedicada afanosamente como está -es la política de la Consejería- a llenar de caminos, que terminan convertidos en carreteras, los espacios naturales protegidos.

Hace unos días conté hasta siete coches -no hablemos de motos- en el sendero existente entre Cádiz y San Fernando, en el Parque Natural de la Bahía. Este tráfico por ahí es inadmisible. Han consentido también que la pequeña pero importante laguna de Torregorda, en la que nidifica ni más ni menos que el Calamón (gallo azul) y otras numerosas aves, como las polluelas de agua, sea atravesada por un cambio de sentido y reducido su superficie. Y, si no llegamos a intervenir, Acciona habría acabado con ella, ya que los sorprendimos «in fraganti» cubriéndola de grava (¡cuánto desprecio por todo lo que no sean solares!). Raro es el día que no aparece algún ave aplastada por las inmediaciones. Ni siquiera se les ha ocurrido poner alguna indicación para que los conductores sean respetuosos con las aves. Porque hay mucha gente decente que conduce, es cierto, pero si de los tres conductores que comentamos, dos esquivaron a los patos y uno fue a por ellos, la proporción es más que alarmante.

Como digo: Ojalá que a ese tipo no lo traten en la vida con el desprecio que él ha tratado a esos seres inocentes. Y que Medio Ambiente tome nota.