VUELTA DE HOJA

Aconsejar es barato

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En los tiempos antiguos, o sea hace muy poco tiempo, les dábamos la bienvenida a nuestros visitantes a la vez que les deseábamos que disfrutaran de nuestra acreditada hospitalidad con toda clase de seguridades. Ahora, por desgracia, no hay seguridad de ninguna clase, y hemos sustituido las garantías por consejos. El director general de la Policía y la Guardia Civil, que pronto se hará acreedor de la Medalla del Trabajo, ha presentado la campaña informativa diseñada por la Comisaría General de Seguridad Ciudadana. Su resumen es que los turistas tengan mucho cuidado con sus carteras.

Los que siguen viniendo a vernos no son únicamente los que deseaban cambiar de moneda, ya que el euro nos ha igualado a todos, sino los que desean cambiar de aires, pero el caso es que hay más ladrones con pintas que nunca y les pueden cambiar de sitio el bolso, la cámara fotográfica o el vídeo. "Si va usted a la playa lleve sólo lo imprescindible", que es las ganas de bañarse, dice uno de estos tristes consejos. También se les recomienda a nuestros turistas que no transiten por lugares solitarios o poco alumbrados, por muy pintorescos y sugestivos que sean y que no dejen en el hotel las llaves ni los objetos de valor, incluida la dentadura postiza, ya que todo puede desaparecerles en caso de no haberlo depositado en la caja de seguridad del establecimiento.

Sin duda se trata de medidas necesarias, pero es tristísimo tener la necesidad de tomarlas. Dijo el gran Fernando Pessoa, al que viajar le provoca náuseas, que él iba de estación en estación en el tren de su cuerpo. Consideraba como una extrema debilidad de la imaginación tener que desplazarse para sentir. Exageraba sin duda. Hay mucha gente a la que le entusiasma viajar. Como fuera de casa en ninguna parte. Nosotros, con estas obligadas advertencias, vamos a perder huéspedes.