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Encuestas

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A los que más les interesa el resultado de las elecciones europeas es a los encuestadores, que son los que venden sus pronósticos. La gente está en otras cosas: sobre todo está en el paro. La única intriga es si ganará Sigma Dos o Metroscopia, que son empresas serias, dificultadas por la reserva que siempre han tenido los españoles para confesar sus intenciones. En cualquier caso, una u otra ganarán por la mínima diferencia, ya que auguran la victoria a los mismos.

El partido que va a ganar, sin duda, es el de los abstencionistas. Se calcula que la participación rondará el cuarenta y tantos por ciento, si es que llega al cuarenta. No es que no nos sintamos por una vez europeos, lo que pasa es que nos hemos sentido muchas veces estafados. Ha crecido el agnosticismo político que por supuesto está integrado los menos panolis de la sociedad.

Son cada días más numerosos los que descreen en los farsantes que se han hecho un hueco en la noble tarea política y cuando les manda un mensaje cualquier partido, en vez de tomarlo al pie de la letra, ellos se apresuran a mandarles a tomar por otro sitio. Decía Ramón Gómez de la Serna, que en gloria literaria esté, que el verdadero escepticismo empieza cuando no se sabe si esta palabra se escribe con equis. Muchos beneméritos encuestadores se hubieran quedado solos para realizar el cómputo final si el día de las elecciones, por fortuna no sucedió así, hubiera coincidido con el Barça-Manchester. La expectación es muy moderada, como cuando se enfrentan dos equipos descendidos. Sólo la van a seguir con cierto interés los que hayan apostado y los que teman que se puedan volar sus cargos. Sin contar a los que siguen confiando en la eficacia de los crecepelos y de las cremas adelgazantes.