Sociedad

Los borrones en el expediente

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Lo que hace bueno a un periódico no es alcanzar la perfección -que no sería de este mundo-, sino precisamente reconocer los errores. Y en NYT pocos son tan embarazosos como el caso de Jayson Blair, que se ha hecho un sitio en la historia por su capacidad para engañar a todos con historias plagiadas.

El fulminante ascenso y caída del becario aventajado supuso «uno de los puntos más bajos de este periódico en sus 152 años años de historia», decía el editorial que reveló al mundo el escándalo en 2003.

NYT podía haber lavado los trapos sucios en casa y esconder el polvo debajo de la alfombra. En lugar de eso nombró un comité de 25 personas que investigó cada uno de los 73 artículos que escribió el reportero de 27 años en los ocho meses (octubre de 2002-mayo de 2003) que cubrió temas nacionales. También ofreció al caso el espacio de un larguísimo editorial para anunciar el resultado y hacer un acto de contricción pública.

Algunas de las faltas eran flagrantes. Blair plagió las comillas de una entrevista que sacó de otro periódico en lugar de hacerla él mismo, hizo otras por teléfono cuando debían haber sido realizadas 'in situ' por el redactor, observó fotografías para añadir detalles emotivos a sus historias de lugares en los que no había estado y exageró las declaraciones de sus entrevistados para hacerlas más dramáticas, entre otras aberraciones periodísticas.

En The New York Times su caso provocó toda una conmoción interna que llevó a una reforma del diario. Pero lo cierto es que si se abriera una investigación semejante en cada periódico de otros países, difícilmente se salvaría alguno.

El código de honor de los diarios estadounidenses está sin duda muy por encima del de sus colegas internacionales, qué decir del español.

La autocrítica está a la orden del día y se hace en público para rendir cuentas a los lectores. La fe de erratas es una sección habitual de la contraportada y, como en el caso Blair, se anima a los lectores a informar de los errores con una dirección de correo electrónico y un número gratuito. Citar a la competencia es un deber, como darle crédito al primero en dar la noticia, incluso días después. Hay todo un departamento de Facts Checking que coteja aleatoriamente los datos y entrevistas que utilizan los periodistas en sus artículos. A sus golpes de pecho se añade esta semana el de haber dejado pasar una pista que podría haberles dado el scoop (exclusiva) más famoso de la historia, el del caso Watergate que destapó The Washington Post. Un periodista del NYT obtuvo la filtración del director del FBI durante la comida en la que se despedía del empleo.