TRIBUNA

¿Qué hace europa parasalir de la crisis?

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Se sugiere desde varios frentes que Europa no está haciendo lo suficiente para solucionar la crisis. Algunas críticas apuntan a Bruselas, es decir, a la Comisión europea y recientemente al presidente José Manuel Barroso como primer responsable de nuestros males. Estas críticas se hacen, la mayoría de las veces, sin aventurarse a decir qué debiera haberse hecho y qué no, incluyendo a menudo sugerencias erróneas o irrealistas y, casi siempre, omitiendo cuidadosamente que Europa ha estado a la vanguardia a la hora de diagnosticar, tratar y sacar lecciones de la crisis.

¿Qué se ha hecho en conjunto a nivel europeo para apoyar la economía y crear las condiciones necesarias para la recuperación del crecimiento? El otoño pasado, en plena tormenta de los mercados financieros mundiales a raíz de la caída de Lehman Brothers, las instituciones de la Unión Europea desempeñaron de manera formidable su papel en la búsqueda de soluciones para la estabilización de los mercados financieros. En primer lugar, desde el principio de la crisis, el Banco Central Europeo proporciona liquidez abundante a los mercados, bajando además desde octubre sus tipos de referencia en 3,25 puntos porcentuales hasta un nivel récord del 1%. La recapitalización de los bancos con carácter sistémico y la creación de garantías bancarias para evitar el hundimiento del sistema es resultado de la participación activa de los servicios de la Comisión y su presidente, en cooperación con los Estados miembros. Fue también la Comisión la que propuso rápidamente elevar a 100.000 euros la garantía de depósitos bancarios para evitar que se propagase la desconfianza. Gracias a estas medidas, y contrariamente a lo ocurrido en Estados Unidos, no hemos sufrido en Europa la quiebra de una sola gran entidad bancaria. Esta semana también propusimos una verdadera supervisión europea del sistema financiero para detectar y tratar preventivamente los riesgos para la estabilidad del sistema y para mejor controlar y arreglar los conflictos transfronterizos eventuales.

También en el otoño pasado, mientras los presidentes Barroso y Sarkozy viajaban a Washington a alentar a George W. Bush para que reuniese a la cumbre del G-20, la Comisión presentaba propuestas para reforzar la arquitectura financiera internacional a las que siguió la adopción el 26 de noviembre del Plan Europeo para la Recuperación Económica. Dicho plan de recuperación ha permitido una coordinación de respuestas que, pudiendo haber sido mayor, ha sido real y efectiva.

Los Estados miembros han hecho un extraordinario esfuerzo presupuestario para apoyar la demanda que asciende al 1,8% del PIB de la Unión Europea, o sea, alrededor de 200.000 millones de euros. Si añadimos los estabilizadores automáticos -el aumento de las prestaciones por desempleo, que también permiten sostener la demanda- a las inversiones del sector público, especialmente importante en Europa, y las acciones a escala comunitaria se llega al más de 5% del PIB de la UE para 2009-2010, lo que representa 650.000 millones de euros. Nadie hubiera podido imaginar hace un año que la Unión Europea estaría en condiciones de poner en marcha un programa de tales magnitudes.

Como consecuencia de esto, la evolución de la posición presupuestaria media de la UE pasó del casi equilibrio en 2007 a un déficit medio de más del 5%, según lo previsto para este año, y del 6,5% para 2010. Se espera que la deuda pública pase del 58,7% en 2007 a cerca del 80% en 2010. ¿Es necesario hacer más? La Comisión prepara actualmente un informe para el Consejo Europeo de junio con un análisis de las acciones acometidas, si bien es demasiado pronto para hacer balance.

Pero ni mucho menos quiero decir que todo está ya hecho. Tras haber pasado bajo la barrera del 7% durante la primera mitad de 2008 -el nivel más bajo desde hace 15 años- el desempleo aumenta con fuerza en Europa. Esta situación era desgraciadamente previsible, debido al desfase entre el deterioro de la coyuntura y su impacto en el mercado laboral. Estados Unidos entró en recesión más rápidamente y hasta ahora ha perdido muchos más empleos que la UE. En cambio, Alemania, la locomotora de Europa, batía en otoño marcas de reducción de desempleo hasta verse afectada repentinamente por el paro del comercio mundial. A día de hoy, los niveles de desempleo son similares a ambos lados del Atlántico.

¿Qué se debe hacer ahora, aparte de velar por la correcta aplicación de las medidas adoptadas? Lo más urgente es restablecer los mecanismos de crédito de la economía, así como la financiación del comercio internacional. Sin estas dos condiciones no hay recuperación posible. La Unión ha mostrado el camino a seguir en este ámbito mediante nuevas regulaciones propuestas por la Comisión y, en ciertos casos, votadas por el Consejo y el Parlamento, y sus ideas han sido ampliamente recogidas en el G-20. Pero debemos actuar rápidamente con respecto al tratamiento de los activos de dudosa calidad de los bancos y el saneamiento de sus balances. En este aspecto, al igual que en otros, son más bien las reticencias nacionalistas las que presentan obstáculos. La Comisión no puede sustituir a los Estados ni a las autoridades de vigilancia para decidir si una institución financiera necesita cierta cantidad de capital para sobrevivir a la crisis. En este ámbito, queda claro que las autoridades públicas deben ocuparse primeramente de las instituciones con carácter sistémico y garantizar que contribuyen al esfuerzo de saneamiento. Y debe hacerse ahora y rápidamente.

Criticar a la Comisión en general -y al presidente Barroso en particular- por su gestión de la crisis parece un recurso fácil para algunos, y no solamente para las habituales voces euro-escépticas. Si la Comisión toma posiciones e iniciativas, se dice que no debería inmiscuirse; cuando ésta busca un compromiso con los Estados miembros para avanzar y conseguir respaldos, se le acusa de estar actuando de manera demasiado tímida y olvidando sus responsabilidades.

Pero en cuanto a los asuntos relevantes, la Comisión desempeña su papel al máximo: el presupuesto de la Unión representa menos del 1% del PIB europeo, sin embargo, hemos sabido movilizar los Fondos Estructurales y reforzado la acción del Banco Europeo de Inversiones, particularmente para tener en cuenta las necesidades de países que cuentan con un menor margen de maniobra y financiar proyectos destinados a conseguir una mayor seguridad energética y una economía más verde. La Comisión también ha conseguido del Consejo un aumento de hasta 50.000 millones de euros de la facilidad financiera para resolver los problemas de balanza de pagos de ciertas economías de Europa Central y del Este.

Finalmente, la Comisión ha clarificado las normas en materia de ayudas estatales y ha examinado los casos de competencia con prontitud. Hemos prometido igualmente aplicar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de manera flexible en circunstancias excepcionales, tal y como autorizamos mediante su revisión en 2005.