Escándalo sin freno

Las sospechas sobre las supuesta relaciones de Silvio Berlusconi con menores están dando lugar a un episodio difícilmente soportable incluso para los extravagantes hábitos del primer ministro italiano y de la política en su país. No deja de resultar paradójico que Berlusconi recurriera a la Autoridad Garante de la Privacidad para impedir la difusión de unas fotografías comprometedoras en las que aparece la protagonista del escándalo, Noemi Letizia, y varias jóvenes más, imágenes que han sido finalmente requisadas por orden de la Fiscalía. La cuando menos peculiar conducta de Berlusconi ni puede condenarle de antemano, ni exculpa al fotógrafo que tomó las imágenes si sus pretensiones fueran espurias. La honorabilidad del primer ministro y, por extensión, del Gobierno que lidera están tan cuestionadas que Berlusconi no debería enrocarse en una defensa aún más desgastante.