COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

Transplante de cara

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Parece que al final les ha dado reparo llamar a las cosas por su nombre. Que es lo que tiene jugar a la guerra de las galaxias con piedras y palos, que quiere uno ser muy moderno y así, y resulta que en este país garbancero tiene que andarse uno con pies de plomo para saber dónde empieza lo político y acaba lo correcto. O al revés.

El trasplante de cara -que nos parecía algo más propio de películas de serie B que del Servicio Andaluz de Salud, y eso que este también parece una película de serie B- no puede llamarse simplemente trasplante de cara porque la Consejera de Salud ha caído en la cuenta de que a pesar de todo siguen teniendo más peso los refranes que las investigaciones médicas y que más valía no jugársela con la sabiduría popular no fuera ser que aquello del espejo del alma tuviera alguna base científica -como lo de los seres vivos y seres humanos- y se nos fuera al traste todo lo demás.

Por eso, cuando nos imaginábamos ya como Nicholas Cage y John Travolta en Face off nos dicen que esto del «transplante de tejidos compuestos en estructuras faciales» sólo se realizará en pacientes con patología grave, que hayan agotado todas las posibilidades terapéuticas y que no tengan otra alternativa, que nunca se hará por motivos estéticos y que por supuesto no se podrá reconocer al donante en el nuevo rostro trasplantado.

Una lástima. Porque con el catálogo de caraduras que tenemos en nuestro entorno resultaba tentador pasar por el quirófano. O por lo menos darse el gustazo, ya que lo paga la Junta, de ponerse el careto de Angelina Jolie o de la Pataky. Que de ilusión también se vive.