La cabeza del 'speaker'

La dimisión del presidente de la Cámara de los Comunes, el laborista Michael Martin, a causa del escándalo de los abusos en los gastos públicos asignados a los diputados británicos refleja la profundidad de los excesos cometidos y el daño que están haciendo al conjunto de la clase política. El ‘speaker’, una figura institucional llamada a velar por la dignidad y moralidad de las prácticas parlamentarias y que en 300 años jamás había sido puesto en entredicho, se había hecho acreedor de la reprobación general por intentar ocultar y disculpar la injustificable conducta de sus correligionarios. El sacrificio de quien es un emblema de la democracia representa un intento desesperado de acotar el escándalo y salvar el prestigio de la Cámara. Un objetivo que se antoja muy cuesta arriba a la vista de la indignación sin freno de la opinión pública y de que la secular reputación de los Comunes puede verse ensombrecido si continúa el goteo de revelaciones. Ni siquiera la eventual catarsis de un adelanto electoral tendría efecto sin un acto previo de contrición colectivo, que incluya el compromiso de reformar a fondo el sistema de privilegios parlamentarios.