Paco León en el Falla. /NURIA REINA
ANÁLISIS

Víctima de su popularidad

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E l prolífico autor y director argentino Javier Daulte ha cosechado una carrera de éxitos dentro y fuera de su país, sus textos han sido traducidos y estrenados en varios países y entre nosotros, su presencia es habitual en cursos y seminarios. Su obra ¿Estás ahí? es una tragicomedia que roza los límites del teatro comercial sin llegar a serlo afortunadamente. Cuenta la historia de una pareja que está a punto de entrar en la difícil, y a veces devastadora experiencia de la convivencia bajo un mismo techo. En esta nueva vivencia de pareja les acompañará un curioso y temperamental fantasma, lo que trae consigo situaciones divertidas y adversas que están bien resueltas escénicamente. La obra permite en todo momento el lucimiento total de sus dos únicos intérpretes; está plagada de monólogos en los que se van desgranando las motivaciones, los conflictos, los miedos, las inseguridades, los proyectos y algunas confesiones íntimas que no nos dejan indiferentes. Pese a sus dos horas de duración, la obra no se resiente de ritmo en ningún momento. Cuando tenemos delante una obra para disfrutarla son muchos los elementos que están en cuestión: desde las interpretaciones de los actores, hasta la correcta amabilidad del taquillero, pasando por la actitud del respetable público. En la a veces fascinante experiencia de asistir al teatro, debemos concentrarnos de tal manera en lo que sucede en escena, que todos los factores influyen en el resultado final. Y es que el Teatro es ante todo comunicación y cuando algo falla, las interferencias redundan determinantemente en el resultado final. El problema de esta puesta en escena se encuentra fuera de las tablas. La obra de Daulte, sufre un curioso hándicap cuando el protagonista es una estrella mediática, pues desafortunadamente, la complacencia desbordante y exagerada de los espectadores no permitía disfrutar objetivamente del talento de Paco León. Para un actor, el hecho de que el público esté constantemente a carcajadas, por cualquier juego de voz o por cualquier mínimo gesto, debe ser en cierta medida descorazonador pues convierte su brillante trabajo en un conjunto de payasadas. Dudo mucho que el esfuerzo y la buena ejecución de este actor pretendiese ser valorado a priori por el simple hecho de ser quien es.