la rotonda

Todos a la calle

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Primero fueron los vecinos de Santa María del Mar, luego los de Segunda Aguada, los padres de alumnos de los colegios de la Sierra o de San Felipe Neri... Recientemente las asociaciones de Astilleros y esta semana que termina los componentes de la plataforma Salvemos el directo. Está claro, si los ciudadanos de Cádiz quieren defender sus derechos se tienen que echar a la calle, gritar, exigir y poner entre las cuerdas al poder político. Al margen de las razones de unos y otros, no parece que ésta sea la forma ni de gobernar ni de gestionar. Uno tiene la sensación de que si no se alza la voz, si no se planta cara a la administración no hay quien le escuche. Si los vecinos no se hubiesen manifestado, en la plaza Santa María del Mar habría hoy un kiosco contrario a la normativa del Plan General de Ordenación Urbana; en Segunda Aguada circularían como Pedro por su casa los camiones de gran tonelaje; en la avenida de las Cortes no habrían realizado modificaciones en el proyecto de rontonda del segundo puente; escolares de la Sierra tendrían que recorrer a diario un montón de kilómetros para ir a clase; alumnos de San Felipe estarían hoy en otro colegio, y en Cádiz sería imposible por los siglos de los siglos escuchar música en directo.

Deprimente. ¿Cuántos otros atropellos se realizarán a diario desde el Gobierno central, la Junta o los ayuntamientos amparados en el silencio ciudadano?

Y claro, en este río revuelto hay pescadores en cada esquina dispuestos a sacar provecho. El propio fiscal de Medio Ambiente llamaba la atención en la memoria anual: los propietarios de viviendas ilegales se han constituido en grupos de presión capaces de influir en las decisiones de sus ayuntamientos y de sus alcaldes que no dudan en contravenir la Ley con tal de no ver perjudicada su imagen. Y ello cuando no se dejan de perseguir impagados, de cobrar impuestos o de poner sanciones.

Y no solo eso. Lo patético es ver cómo las administraciones implicadas no tienen pudor alguno en hacernos la pelota con tal de que no hagamos demasiado ruido. No impera el sentido común, sino la influencia del chillido. Y cuanto más insistente, más ordinario y más histérico, mejor. Así nos va.

Música en directo, sí

En este caso no se trata de hacer música, sino de hacer ruido. En Cádiz, el asunto empieza a ir bien porque el Ayuntamiento se ha subido a la furgoneta dispuesto a forzar a la Junta de Andalucía para que modifique la legislación. Si los policías locales de Cádiz pusiesen el mismo empeño en el servicio al ciudadano –incluir aquí la vigilacia para evitar incendios provocados sería un punto demagógico, cierto es– que en perseguir a los bares de música en directo esto sería idílico.

Este afán prohibicionista no parece tener fin en las filas de los gobiernos socialistas: nada de beber, nada de fumar, nada de hamburguesas, ni barbacoas en la playa, ni chiringuitos, ni atardeceres chill-out en Zahara, ni música en directo. Y de lo demás, ni hablar.

crisis aeronáutica

El sector aeronáutico también ha recibido las embestidas de la crisis económica. Y Airbus lo sufre en sus propias carnes hasta el punto de calificar el descenso de demanda de aviones como «caída brutal». A partir de aquí cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Si las compañías aéreas tienen dificultades para financiar la compra de nuevos aparatos, si se ha experimentado un importante descenso del número de pasajeros y si ha bajado también el tráfico de carga es ingenuo pensar que este panorama no tendrá efecto en las factorías que trabajan para Airbus.

A día de hoy desde Francia llegan mensajes tranquilizadores y el propio consejero delegado de la compañía transmitió calma en Cádiz. Al cierre del primer cuatrimestre la situación no es alarmante. Lo peligroso es que, en el próximo cuatrimestre, la crisis se mantenga –algo previsible–, se sucedan las cancelaciones de pedidos y el grupo tenga que poner en marcha un plan B. Y ya se sabe lo que significa un plan B: ajustes, más ajustes, recortes, ahorros... Y nada de eso tiene que ver con mantener o crear empleo.