vuelta de hoja

La oferta

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Hay que tener mucha fuerza de voluntad para desoír algunos ofrecimientos. En su primera reunión, inmediatamente después de tomar posesión de su cargo, José Antonio Griñán les pidió a sus consejeros que redujeran el número de altos cargos. Como se sabe, en cualquier gobierno autonómico hay más altos cargos que personas de cierta altura, pero en Andalucía son un tumulto. Quienes han tenido la paciencia de contarlos aseguran que son 316. Si se reunieran con el nuevo presidente un día al año, el Día de Andalucía, por ejemplo, muy bien podría pasar lo que ocurrió en aquel famoso homenaje a Manolete celebrado en un hermano patio cordobés. También había unos trescientos y pico y una revista taurina de la época, llamada Dígame publicó la foto.

¿Se puede tener intimidad con tantos? Lo que hay que tener es una gran memoria para acordarse de cómo se llama cada uno de ellos.

Entre los consejeros habrá algunos amigos, incluso leales. (Ya se sabe la proporción: por docena un Iscariote). Pero también habrá muchísimos que sean sólo conocidos o simplemente pertenezcan al ingente sector de los saludados. Es de suponer que el señor Griñán pretendía evitar el tumulto cuando sugirió que todo podría funcionar igual con menos gente, pero su petición no tuvo ningún éxito. Los altos cargos debieron pensar que habían oído ofertas más sugestivas que esa y habían sabido rechazarlas.

Hay que comprender que no es momento para fomentar el paro, que funciona a la perfección sin que se tomen medidas extraordinarias.

Los que han encontrado un empleo seguro están en la obligación moral de defenderlo. Además tienen muchos conductores y muchos escoltas que dependen de ellos.