PAN Y CIRCO

Golpes de suerte

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Los bilardistas somos resultadistas por encima de todo. Siempre es preferible ganar por la mínima sin dar espectáculo porque el espectáculo, el arte y todas esas milongas son para los toreros y otros artistas. Y en un juego tan profesionalizado como éste, un gol de Iniesta en el último minuto vale su peso en oro.

Al acabar el encuentro en Stamford Bridge, Pep Guardiola hablaba de un golpe de suerte al referirse al gol logrado por Michael Essien. Está claro que el tanto conseguido por el mediocentro ghanés tuvo su dosis de fortuna porque golpear el balón como lo hace sin dejarlo caer tiene el riesgo de que vaya a la escuadra como fue o directamente a la grada. Pero entró que fue lo que vale. El Chelsea, sobre todo en la época de Mourinho, se ha caracterizado por su fútbol rácano, por su escasez de ideas a la hora de crear ocasiones y, por consiguiente, de marcar goles. El año pasado en la final de la Champions fue tan bueno como el Manchester, pero sólo pudo llegar a los penaltis en los que la desgracia de John Terry, con resbalón incluido, le privó de ganar la copa. Un golpe de suerte adverso parecido también le costó hace unos años quedarse fuera de la propia final con aquel gol fantasma de Luis García.

El Barcelona, sobre todo desde la época de Cruyff, lleva distinguiéndose desde hace unos años por todo lo contrario. Buen fútbol y golpes de suerte a su favor como aquel gol de Bakero, que luego fue decisivo para ganar la primera o la épica remontada en la final ante el Arsenal que permitió ganar la segunda. Pero el miércoles fue infinitamente inferior al Chelsea porque no jugó a nada. Sin embargo supo golpear en el momento más importante. Y eso le valió para meterse en la final. Ese fue el mayor golpe de suerte, por mucho que diga Guardiola. Y la única verdad.