editorial

Menos, pero inquietante

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El paro correspondiente al mes pasado ofrece un balance ambivalente. Por una parte, las 39.478 nuevas personas adscritas a los Servicios Públicos de Empleo conforman el peor abril de la serie histórica, una evidencia muy negativa que se ve acentuada por su coincidencia con el período de Semana Santa. Por otra, que esa cifra, con ser muy desalentadora, suponga una tercera parte del número de desempleados registrados en marzo y que sea la más reducida de los últimos nueve meses implica una contención en la sangría de puestos de trabajo que no puede más que ser recibida como un respiro ante la concatenación de datos negativos sobre la evolución del mercado laboral. Pero es un alivio que no sólo precisa de ser ratificado a corto plazo para poder certificar que las medidas adoptadas por el Gobierno –y, en particular, el plan de inversión municipal- han surtido el efecto de refrenar la imparable escalada del paro.

Pero, junto a ello, está también por verificar que las iniciativas desplegadas por el Ejecutivo, que ayer suscribió un acuerdo con los autónomos, vayan a permitir asentar el mercado laboral y prepararlo para una recuperación que pasa por la reactivación del crédito, la inversión y el consumo y, con ello, de la actividad. En este sentido, el Ejecutivo se equivocaría si fiara sus expectativas a que los planes impulsados actúen como dique de contención frente al desempleo a la espera de que el signo de la economía cambie con el trascurso de los meses. Como también lo haría si se resguardara bajo el tibio repunte del índice de confianza de los consumidores ante el futuro de la economía. Porque sólo la capacidad para anteponerse a la inercia de la crisis alentará expectativas reales sobre el final de la misma.