CALLE PORVERA

El poder del miedo

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Los que me conocen de cerca saben que soy bastante miedica. No me gusta ir sola de noche por la calle, me dan miedo las vacas y los perros (y algunos otros animales), montar en barco o en avión o traspasar ciertos límites. Por ejemplo, no me veo yo haciendo puenting o volando en parapente, qué quieren que les diga. En la mayoría de los casos son miedos que se pueden evitar o superar poco a poco pero hay otros miedos, creo que comunes a todos los mortales, que pueden alcanzar otros niveles, dado lo incontrolables que son.

Hoy, un dolor de cabeza, fiebre alta y tos hacen saltar las alarmas y, de la noche a la mañana, México ha pasado de ser el destino idílico de una luna de miel o unas vacaciones de ensueño a un foco de contagio de la gripe porcina. Dicen que allí hay más de cien muertos y ya se han detectado casos en Europa, también en España. La radio y la televisión no se cansan de dar consejos: que si hay que lavarse mucho las manos, que si no hay que tocarse los ojos o la boca y que, en caso de sospecha, llamar al 112 y no acudir a los centros de salud para no extender la epidemia. Esta sensación supera el miedo y se convierte en pánico generalizado.

No es la primera enfermedad que aparece así y se lleva unas cientos de vidas por delante, por ejemplo, la gripe del pollo o el mal de las vacas locas, que son las más recientes. Por mucho que las autoridades intenten calmar a la gente y contener el pánico, el miedo se agazapa ahí y hace de las suyas, además de equipararnos a todos como simples puntitos oscuros en un universo infinito en el que nunca pensamos, como si nos fuera ajeno. Lo que nos hace iguales es nacer, tener miedo y morir, al margen de otras cosas que, la mayoría de las veces, son solamente tonterías.