CRÍTICA DE TV

Vaho

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Q uien viera la otra noche Callejeros se quedaría perplejo, estupefacto, también un tanto enojado, sin duda. ¿Por qué? Porque el programa de reportajes sociales de Cuatro, tan dado otras veces a husmear en la marginalidad, se descolgó esta semana con un trabajo sobre las casas más caras de España: «Más de un millón», se llamaba; o sea, más de un millón de euros. La cámara (José Miguel Almagro la llevaba) nos mostró con todo detalle un ciclópeo piso en el centro de Madrid, una alucinante finca rústica en Guipúzcoa (con hípica incorporada), una preciosísima villa marina en la Manga Para todos los gustos: campo o ciudad, monte o playa, pero sobre todo para muy, muy pocos bolsillos. Una gozada, sí. Pero una gozada que pocas veces habrá despertado sentimientos tan encontrados como hoy, cuando todos andamos, colectivamente hablando, con una mano delante y otra detrás. Hay una vieja estampa del cine de los años treinta, cuando la gran crisis del 29 aún estaba fresca, que usted sin duda recordará: un lujoso escaparate iluminado muestra al mundo inalcanzables delicias; al otro lado, con la nariz pegada al cristal, las masas empobrecidas admiran el espectáculo embobadas, quizás imaginando qué haría cada cual si se hallara en posesión de tan remotas maravillas. La exposición del lujo en tiempos de crisis puede parecer hiriente, porque enfrenta al miserable -o sea, a todos nosotros- a una crudelísima realidad. Otros dicen, sin embargo, que el trance, aunque cruel, no deja de reportar beneficios a la comunidad, porque la visión de lo inalcanzable empuja a las personas a superarse en pos de sus sueños, y así es como se sale de las crisis. Bueno: decida usted cuál de las dos opciones se ajusta más a la verdad de las cosas. El hecho es que, por la una o por la otra, Callejeros decidió mostrarnos el escaparate, y ahí anduvimos todos, con la nariz pegada al cristal, dejando una huella de vaho para envolver las fantasías de una vida que no es. ¿Cómo puede haber gente tan rica?, se habrá preguntado más de uno. A todo esto, ¿alguien se ha preguntado por qué esas casas están en venta?. El consuelo que le queda a uno es que si semejantes palacios están en venta es porque sus dueños, también han pasado a este lado del escaparate.