pan y circo

Cordura

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Los aficionados hemos podido comprobar cómo, a pesar de que el equipo ha estado situado durante toda la temporada en la cabeza de la clasificación, tanto cuando perdían puntos como cuando los ganaban, nunca han transmitido la imagen de suficiencia o de petulancia. Conscientes de la complejidad, de la dificultad y de la dureza de este juego tan azaroso y tan complicado, estos protagonistas no sólo han evitado las palabras que pudieran interpretarse como presuntuosas, sino que, controlando el tono de la voz, las expresiones del rostro y los gestos corporales, han manifestado su firme voluntad de ir «pasito a pasito» -partido a partido-, subiendo por la empinada cuesta de la liga. Nos ha llamado la atención que estas contenidas declaraciones de mesura las hayan proferido con lucidez y contundencia, sobre todo, antes de cada partido y con independencia del puesto que el adversario ocupara en la clasificación. Todos han subrayado que los resultados dependen de muchos factores que no siempre son previsibles –por muy minuciosa que sea la planificación– ni controlables –por muy responsable que sea la gestión–. Nos ha sorprendido gratamente el exquisito cuidado que han puesto para evitar que sus pronósticos pudieran herir la susceptibilidad de los adversarios y, en consecuencia, estimular sus bríos. Estos hechos nos demuestran que, en contra de las apariencias, la humildad, cuando es sincera, es prueba, más que de debilidad o de pequeñez, de realismo, de lucidez, de fortaleza y de grandeza.