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Abdoulaye y el del megáfono

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Ayer mismo sólo había hecho cinco euros de 'caja'. Dos DVD piratas vendidos y estaba harto de ir ofreciendo la mercancía y encontrar la misma respuesta. «No, gracias». Se llamará Abdoulaye o Mahamadou o Djamel. Para el caso, no se comerá un colín, como los miles de africanos que ven cómo la larga mano de la crisis está llegando a ellos. Si me voy al paro, en lo que se averigua, lo primero que reduzco son las cosas superfluas (el Digital Plus, el gimnasio y el CD que le compraba a Abdoulaye). Supongo que los amigos de la SGAE estarán satisfechos; los comerciantes dirán que eso es competencia desleal; y los policías que buscan una excusa para sacar la porra, que ojalá coja las de Villadiego para tener un problema menos.

Ayer, mientras las turistas decían 'No, gracias' en una de las terraza de la Catedral, un tipo vestido de azul marino y botas a la pantorrilla le pedía el carné a un fotógrafo. Había seis reporteros apuntando con sus cámaras hacia los que se manifestaban convocados por el Sindicato Andaluz de los Trabajadores para un pedir un PER especial de cuatro meses de trabajo, pero se lo pidieron casualmente al que tenía pinta de extranjero. ¿La razón? «Es que me parecía que estabas buscando la cara de mis compañeros», le dijo el señor agente.

Mientras el caballero -que solo cumplía con los deberes que las Fuerzas del Orden han encomendado al Estado Español- solicitaba la documentación, uno de los manifestantes con un megáfono pedía que se echara a los extranjeros «que nos están quitando trabajo».

El hombre que voceaba, también cumpliendo con su digno trabajo de defender el empleo (el de los que han nacido en su pueblo) no se dio cuenta de que al lado tenía a un Abdoulaye o a un Mahamadou, que cree a su vez que el del megáfono está ahí para defenderle, independientemente de donde nació su madre (la de él, no la del tipo del megáfono). Que cree que por haber rascado la tierra y doblado el lomo lo mismo o más que él se merece el mismo trato. Criatura...