LA PARCELITA

Violencia juvenil

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n las últimas semanas hemos seguido angustiosamente la desaparición de Marta del Castillo, al parecer asesinada violentamente por su antiguo novio y arrojada al río Guadalquivir en una trama en la que estaban implicados varios cómplices. A la hora de redactar estas líneas, sigue el rastreo para intentar localizar su cuerpo. Ya se han reconstruido los hechos por las fuerzas de seguridad del Estado. Se han detenido e interrogado a varios de los culpables de este presunto delito y ahora, la sociedad reclama venganza. Es lógico que todos nos sintamos afectados ante estos fenómenos violentos que desgraciadamente ocurren con mucha mayor frecuencia de la que desearíamos. La violencia de género, el terrorismo, la pederastia y hechos como éste nos intranquilizan y nos hace pensar qué es lo que falla en nuestro entorno social. Muchos achacan estos comportamientos al grado de marginación, al paro y en cierta medida al desarraigo familiar en una población juvenil poco motivada y menos implicada con la sociedad. Ante estas actuaciones reclamamos mayores penas de cárcel y la ampliación de la condenas ¿Es ésta la solución? Implicamos a los estamentos judiciales liberándonos de nuestras propias responsabilidades pero, ¿no estaremos de alguna manera favoreciéndolos nosotros mismos con nuestro comportamiento? Cada vez aumenta más y más el morbo. Los medios de comunicación nos ofrecen lo que le pedimos. La audiencia se dispara cuando se producen situaciones de violencia . La programación catalogada como «rosa» o «amarilla» gana en audiencia cada día con estas situaciones. Los programas de debate se convierten en escenas de violencia, mal ejemplo para los jóvenes. Si a eso añadimos la aparición en programaciones televisivas, como auténticos protagonistas, a menores de edad, a cara descubierta, opinando abiertamente sobre estos sucesos e incumpliendo claramente la Ley de protección del menor solo cabe preguntar. ¿No estamos favoreciendo esta violencia juvenil?