EL COMENTARIO

Los venados

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También a ellos les gusta matar. Teníamos la imagen de una derecha montera, montaraz, ultramontana, encarnada en aquel Fraga que se fue a cazar mientras el Prestige pintaba de negro las costas gallegas, pero aquella foto que nadie le llegó a sacar ha sido reemplazada en la sala de proyecciones colectiva por la de Garzón y Bermejo contemplando con orgullo paleto la matanza hortera, el holocausto pijo, el desaguisado caro, la muerte gratuita, los despojos deprimentes, la sangraza de los ciervos acribillados y esparcidos por el campo triste. Podrá ya Garzón pedir mil veces la cabeza enterrada de Pinochet, de Franco, de los verdugos de la dictadura argentina, de Hitler y Mussolini, de Atila y Pedro el Cruel, de Indíbil y Mandonio... Podrá ya Bermejo hacerse todo lo generosillo que pueda con la peña etarra y todo lo borde y lo sectario que quiera con la Oposición para demostrar que es muy progre y muy rojo, o sea, lo que nunca nos creímos, pero le perseguirá para siempre esa foto capulla del regocijo en la muerte, del matarife dominguero, del desollador pardillo, del compadreo en la sangre y el mamoneo entre las fuerzas vivas de la España eterna: el juez, el comisario y el ministro, o sea el alcaldillo del pueblo elegido a dedo o a pucherazo por tener el carnet de la Falange. Ahí sólo faltaban el cura y el notario.

Yo lo siento mucho, pero esos dos venados la han cagado con esa fotito. Puede seguir retándonos Bermejo con su risa fea de malo de película, de terrateniente viudo o grisiento subdelegado del Movimiento Nacional. Puede seguir el juez estrella estrellándose con sus raras causas y macarreando a la Justicia con ese chaquetón de motorista sin moto. Esa foto es el comienzo del fin. Ahora le toca caer a la Alianza de Civilizaciones con alguna foto gubernamental de racismo in fraganti; a la ministra de la Igualdad con otra foto clasista, a todos los tópicos buenistas, los terroncitos de azúcar new age. No sé por qué tengo la impresión de que en esa siniestra foto están más fríos y más fiambres los cazadores que los pobres bichos cazados.