ANÁLISIS

Adiós a la paz

Israel se radicaliza. Sólo así pueden interpretarse los resultados de unas elecciones en las que el centrista Kadima se ha impuesto 'in extremis' al derechista Likud. Los grandes triunfadores parecen ser los partidos ultranacionalistas y ultraortodoxos como Israel Nuestra Casa y Shas que, a la postre, tendrán la última palabra a la hora de formar gobierno. Los primeros han cosechado excelentes resultados entre los colonos de los principales asentamientos de Cisjordania, mientras que los segundos han obtenido el respaldo de la población sefardí de Jerusalén. Mientras tanto, el campo de la paz se desmorona.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El único partido israelí, amén de las formaciones árabes que han obtenido 11 escaños, que sigue apostando por la creación de un Estado palestino viable es el izquierdista Meretz, que sólo ha obtenido tres parlamentarios, muy lejos de los diez que logró en 1999 y que le permitieron impulsar las negociaciones con Siria y los palestinos. El Partido Laborista, que dirigió los destinos de Israel durante sus tres primeras décadas de existencia y que bajo la dirección de Isaac Rabin abanderó el proceso paz, prosigue su deriva autodestructiva. Bajo el liderazgo de Ehud Barak, todavía ministro de Defensa, ha obtenido los peores resultados de su historia: sólo 13 escaños. Sus simpatizantes han dado la espalda al militarismo de Barak y optado por el voto útil a Kadima para frenar al Likud.

Dada la solidez del bloque derechista, Benjamin Netanyahu parece contar con más bazas que Tzipi Livni para formar gobierno. El líder del Likud podría adoptar una estrategia desestabilizadora destinada a socavar la autoridad de Mahmud Abbas, como ya hizo en su día Ariel Sharon con Yasir Arafat, lo que daría a Israel tiempo para proseguir su política expansionista. Para ello contaría con el respaldo de Avigdor Lieberman, líder de Israel Nuestra Casa, partido xenófobo que aboga por la deportación de la población palestina. Tampoco puede descartarse por completo que Livni pueda reunir los apoyos necesarios para ser la próxima primera ministra, pero el suyo sería un gobierno frágil que apenas tendría margen para negociar con la parte palestina. Así las cosas, los palestinos deberán plantearse su apuesta por un proceso de paz que se ha quedado sin un horizonte político.