SORPRESA. El disfraz de princesas Disney de Carmen de Giles no ha dejado indiferente a nadie./ V. LÓPEZ
CONCURSO

La silicona y la gomaeva se hacen un sitio entre el lamé y el terciopelo

Los tipos de Carnaval han ido evolucionando con la fiesta y la entrada de nuevos materiales para confeccionarlos ha revolucionado la puesta en escena de los grupos

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Cuando se apagan las luces del alumbrado extraordinario el Domingo de Piñata algunas mentes empiezan a trabajar pensando en el nombre de la agrupación para el próximo Carnaval. Y el tipo. Un disfraz para gustar y, sobre todo, sorprender. Numerosas han sido las ocasiones que cuando se ha levantado el telón del Gran Teatro Falla el público ha aplaudido al ver el tipo de los componentes: La chirigota El que la lleva la entiende aparecieron vestidos de borracho; El coro Los caballitos que suben y bajan, de niños subidos en un tíovivo. Recientemente esa reacción la han provocado, entre otras, la chirigota Las muchachas del congelao, vestidas de princesas Disney.

Todo un arte que está firmado por personas anónimas que, durante casi seis meses, realizan el diseño, buscan las telas y cosen los tipos, a veces hasta más de cuarenta. Modistas, sastres y costureras ponen manos a la obra para que su trabajo consiga que la agrupación destaque entre todas.

Desde hace varias décadas las modistas trabajan con lamé, terciopelo o raso. El juego de estos materiales «puede conseguir un efecto perfecto», asegura el sastre Pepe Berenguer. Después de varios años inactivo, ha regresado a vestir de nuevo a agrupaciones del Carnaval de Cádiz: La murga del pentagrama o Los enteraos, de José Luis García Cossío. «El tipo es fundamental para que el grupo conecte con el público. Y para conseguirlo, es necesario que esté bien trabajado, no vale cualquier disfraz».

Berenguer ha vestido a varias comparsas de Fletilla, de Joaquín Quiñones como Anónimo Gaditano, Missisipi Club, Hombres azules o Suspiros de Cai. El tipo de requiebro, La calle de la mar, Apaga y vámonos, La posada del mesón o De un cuento también son obras suyas.

El sastre comenta que «cuando el autor se acerca al taller con la idea trae un diseño, que va variando según mi criterio: hay que averiguar qué telas son las indicadas, y qué corte se debe dar al traje».

El diseñador Antonio Ardón coincide con Pepe Berenguer en señalar que la tela y el corte son fundamentales para obtener un buen tipo. «Aunque exista un diseño previo, el trabajo con el material es lo que no da el producto».

El diseñador gaditano trabaja con Julio Pardo en realizar el dibujo de los tipos. «Comencé con El mejor coro del mundo. Julio Pardo me contó la idea y me explicó el repertorio. Con ese punto de partida pensé en cómo podía ir vestido cada grupo y, al final, conseguimos un efecto colorista».

Antonio Ardón también es el responsable del tipo de Cuando yo me pele. «El trabajo ha sido muy fácil. Había que basarse en el disfraz que usó Enrique Villegas con Los escarabajos trillizos. E investigar cómo era la moda de la época para vestir a los camareros, al metre y a los clientes que acudían a las salas de fiestas de la época. Así se consigue una gran puesta en escena».

Lo nuevo

Sin embargo las telas denominadas «clásicas» empiezan a ceder sitio a los nuevos materiales que han entrado en el Carnaval con fuerza. El coro Plastilina sorprendió en 1986 con un disfraz realizado de gomaespuma. Después la chirigota de El Sheriff, Robocop 092 o Los Africanos tampoco han dejado indiferentes a los aficionados.

Pero sin duda, en la edición del concurso de 2009 la chirigota Las muchachas del congelao y La mákina han sorprendido al patio de butacas.

El disfraz de princesas Disney que lucen los componentes de la chirigota de El Canijo está realizado por Carmen de Giles. Esta sevillana ha sido la responsable de realizar, entre otros trabajos, la ropa de la cabalgata de la Expo 92 o el vestuario para Salvador Távora, entre otros.

De Giles es la primera vez que trabaja con el Carnaval «y ha sido una experiencia que me encantaría repetir». Lo sorprendente de este disfraz es el material usado: «se llama espumaeva, y es demasiado complicado trabajar con él». Pero esta modista buscaba la originalidad y sorprender. «Las verdaderas princesas están en Disney. Las nuestras, en el Falla».

Carmen de Giles comentó que «desde que El Canijo me comentó la idea comencé a darle vueltas sobre qué podía hacer. Encontré una muñeca de mi hija de goma y comencé a buscar qué podía utilizar para conseguir ese efecto. Y un posavasos de Ikea me dio la idea. ¿Quiero este material! Y lo encontré».

La modista sevillana encontró las planchas, «que debían tener determinado grosor para poder coserse. Pero antes había que sacar el patrón sobre tela y, a continuación, cortarlo en la gomaeva». El color se lo dieron «los grafitteros, que con la pintura consiguieron el efecto deseado».

Debajo de cada traje los componentes llevan medias, enaguas y un corsé, «que es lo que pueden echar a lavar. El traje de princesa se limpia con agua».

Carmen de Giles se ha convertido en una de las candidatas a recibir el premio Aguja de Oro. Desde 1991, Canal Sur Radio entrega este galardón al mejor tipo, al mejor elaborado y al que más haya gustado al aficionado. La primera agrupación que la recibió fue el coro La Jaima, realizado por Pilar Sánchez Sepúlveda Después le han seguido Los Pájaros, de Manuel Torres Vera, El pregón, de José Antonio Espinosa, Las madrinas, realizado por Pepi Mayo o Los desoterraos, de Emilio Santander, entre otros.

Sin estos artistas, el Carnaval de Cádiz y, sobre todo, el concurso, no tendría sentido. El tipo lo es todo por el escenario.

mhuguet@lavozdigital.es