CRÍTICA DE TV

Españoles

Malos tiempos para las series españolas. Los hombres de Paco, después de la salida de Hugo Silva, va de cabeza; esta semana perdía 3,4 puntos otra vez. Lo nuevo de Telecinco, Acusados, se estrenó con cifras poco brillantes y esta semana perdía seis puntos, que es una barbaridad. Acabamos de ver languidecer hasta la extinción a un clásico como El comisario, y la salida de otro, Hospital central, antes de su agostamiento. En Antena 3 se funde La familia Mata. En TVE-1 ha estado al borde del naufragio Herederos, a pesar de su engañoso canto del cisne. El panorama no es mejor en las series de sobremesa. Hace sólo cinco años, programar series españolas era una garantía de éxito en muy alto porcentaje de probabilidades: hoy, es una lotería que nunca sabes por dónde va a salir.

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¿Qué está pasando? Decir que las series españolas, en general, están fracasando sería abusivo y falso. Una serie como Aída, cuyo planteamiento es reprobable en muchos aspectos, está consiguiendo ser el producto de ficción más exitoso de la pantalla, junto a la norteamericana CSI. ¿Por qué? Sin duda, porque ha sabido conectar con tendencias muy hondas de la sociedad española o de buena parte de ella. Lo mismo cabe decir de Amar en tiempos revueltos, el culebrón parahistórico de TVE-1, que despliega una hegemonía indiscutible en la sobremesa. Y tan sólo unas semanas atrás teníamos el caso de El internado, que ha sabido explotar el filón adolescente con muy buena mano. En estas condiciones, ¿cómo hablar de crisis de la ficción española? Más incierto es el panorama en las series americanas, donde productos excelentes pasan sin pena ni gloria porque al público no le interesan. No, la ficción española no está en crisis. Lo que está en crisis es la creatividad de nuestros guionistas, y no lo digo por los eventuales plagios que por ahí circulan, sino por la evidencia de que a los creadores de historias españolas para televisión parece costarles más que antes conectar con la sensibilidad del público. Hoy a cualquier productora le parecería ñoño, blandorro o memo un relato como Farmacia de guardia o Médico de familia. ¿Por qué? ¿Porque el público ha cambiado? No: por los prejuicios de las productoras.