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El presidente refuerza el bipartidismo

El mismo día en que el presidente Barack Obama perdía a su segundo ministro víctima del tráfico de influencias y problemas con el fisco, confirmaba la tercera inclusión de un republicano en su gabinete de gobierno. El senador Judd Gregg reemplazará a Bill Richardson, que se vio obligado a renunciar por sospechas de corrupción.

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Obama se queda así un poco más solo en su tarea del cambio. Ha sustituido a un amigo, al que consideró para vicepresidente, por un senador de la oposición con el que «claramente no coincidimos en todos los temas», admitió, «empezando por quién debía haber ganado las elecciones».

A cambio de este sacrificio refuerza su promesa de bipartidismo. El nuevo mandatario ha mantenido a Robert Gates al frente del Pentágono y fichado al congresista conservador Ray LaHood para Transporte. Algunos pensaban que la incorporación de Gregg era una estrategia para que su partido estuviese al tiro de la mayoría absoluta en el Senado al privar a la oposición de un escaño, pero Gregg puso como condición que el gobernador demócrata de New Hamsphire eligiese a un republicano para sustituirle. En paralelo a su exigencia, la republicana moderada Bonnie Newman emergía como su reemplazo.

Acuerdos con límite

Como buen republicano de hueso colorado, Gregg promoverá los acuerdos de libre comercio con cuantos países le sea posible, y seguramente chocará con el presidente en el límite de que esos convenios respeten los derechos humanos y laborales de los países participantes.

Por ahora, el encargo que le ha hecho Obama, a quien hace trece años el nuevo responsable de Comercio dio el voto por eliminar el departamento que ayer aceptó, es el de «reconstruir el tráfico de la economía global» y «facilitar la incubación y comercialización de la industria emergente y los pequeños negocios de Estados Unidos».