EVOLUCIÓN. El ex guardameta rojiblanco dirigirá a partir de ahora el banquillo 'colchonero'. / EFE
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El remedio está en casa

El fichaje de Abel por el Atlético confirma que los clubes apuestan en tiempos de crisis por técnicos de sus colores

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Sea por ahorrarse unos euros, por ser lo más sencillo y pragmático, o porque sienten los colores y el compromiso se les supone; lo cierto es que los clubes de fútbol apuestan por técnicos de la casa en tiempos de crisis. Abel Resino y su fichaje por el Atlético es el último ejemplo de un nutrido grupo de entrenadores que tienen como característica común su pasado con la entidad a la que dirigen. Palabras como confianza, aprecio o sentimiento, son los argumentos esgrimidos por los diferentes presidentes para justificar la contratación de estos técnicos.

Abel escenifica la pasión y devoción por unos colores. El ex guardameta colchonero no dudó ni un instante en abandonar la tranquilidad, serenidad y el éxito alcanzado en Castellón, con el equipo flirteando con el ascenso, para ponerse al frente de un conjunto en crisis, con una plantilla dividida, y con la hinchada sedienta de títulos, armada con la guadaña en busca de más culpables. Pero el toledano no lo ve así: «Era una oportunidad que no podía rechazar». Todo un gesto de amor por un equipo.

El mayor éxito de esta fórmula lo encarna Pep Guardiola. El recogepelotas que quedó inmortalizado en fotos junto a Víctor Muñoz, en los festejos por la final de la Copa de Europa en 1986, cuando sólo era un niño. Debutó con 19 años y llegó a ser la enseña de la primera plantilla culé. Se ha convertido, cual mesías, en el entrenador capaz de devolver la alegría al Camp Nou gracias a un fútbol brillante. La historia perfecta. «Tiene conocimientos, ilusión, confianza y aprecia al club», aseguró el presidente del club azulgrana, Joan Laporta, el día de su presentación.

Las dudas por la insultante juventud, 37 años, y la escasa experiencia, sólo había entrenado al Barça B en Tercera, pesaron menos que el amor declarado a la camiseta azulgrana. A pesar de encontrarse un vestuario muy convulso con estrellas apagadas como Ronaldinho o Deco, fue capaz de sacar adelante al equipo.

Manolo Jiménez es otro exponente de esta tendencia en Sevilla. El técnico andaluz tuvo la difícil papeleta de suplir a Juande Ramos, artífice de cinco títulos. Las ganas y el compromiso serían la bandera del que fuera jugador hispalense durante 14 temporadas. «Cuando me convertí en entrenador tenía una meta, ser el entrenador del Sevilla, y me han dado la oportunidad de dirigir el equipo que siempre he apoyado», declaró el entrenador en su presentación.

Después de los 314 partidos disputados como lateral izquierdo hispalense, colgó las botas y empezó su aventura como entrenador en el Sevilla Atlético, donde permaneció siete temporadas hasta su ascenso al primer equipo. Las ganas e ímpetu le han permitido devolver al Sevilla a lo más alto de la clasificación.