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Italia mide su nivel de xenofobia ante los sucesos protagonizados por inmigrantes

En Italia se habla estas semanas de racismo y xenofobia porque los extranjeros, además de la crisis de Lampedusa, están protagonizando muchas noticias. Que sea como delincuentes o como víctimas viene a ser lo mismo, porque en ambos casos se habla de xenofobia, por demonización colectiva en el primer caso, por móvil de sus agresores en el segundo.

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Dos sucesos recientes son el ejemplo. La violación de una chica por cuatro rumanos en Guidonia, cerca de Roma, que ha causado la ira popular, y el ataque del sábado de tres jóvenes italianos, uno de 16 años, a un mendigo indio, al que golpearon y quemaron en otro pueblo de la capital, Nettuno. Se halla en estado grave.

Lo hicieron «para divertirse y ver cuánto duraba» y podía haberle tocado a un indigente italiano, pero este último caso llevó ayer al presidente de la república, Giorgio Napolitano, a advertir de que «no se trata de hechos aislados, sino síntomas alarmantes de tendencias difusas que están creciendo». Hizo un llamamiento a las instituciones a combatir el racismo.

Tema mediático

No se sabe si realmente hay una oleada de racismo, pero el tema está en los medios, con mayor o menor exageración por parte de la prensa y bastante responsabilidad de los políticos, desde los meses previos a las elecciones de mayo de 2008. Exactamente desde el 30 de octubre de 2007. Ese día, un rumano, luego condenado a 29 años de cárcel, violó y asesinó a Giovanna Reggiani en las afueras de Roma.

El entonces alcalde de la capital italiana, Walter Veltroni, que estaba preparando su lanzamiento como candidato del centroizquierda, utilizó el suceso de forma descarada para hacer guiños al votante de derecha, principal objetivo de su campaña. Dijo que Italia ya no podía soportar más inmigrantes, criminalizó a los rumanos y exigió un decreto urgente de seguridad. Al día siguiente hubo en Roma palizas a emigrantes. El moribundo Gobierno Prodi, espoleado por Veltroni, que pedía pista, aprobó expulsiones colectivas. La cuestión se quedó en el centro del combate político.