EL DUQUE DEL GUANO

La fórmula

Hay que sumarle un buen tipo, unas buenas músicas y un buen grupo y, si es así, tenemos un pasodoble

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Presumo de conocer la fórmula necesaria para ganar un premio. Por supuesto, a esa fórmula hay que sumarle un buen tipo, unas buenas músicas y un buen grupo; así que si el grupo lo tenemos y nos ha salido un pasodoble que lleva tres pianitos en los que se pueden meter a los tres que tiran por arribita; y un final que rompe pa que el contra arto quiebre los cristales del Teatro, ya podemos empezar.

Como dije en otro artículo, aunque en principio todo vale, la fórmula exige un tipo que salga del mismo concurso. Por ejemplo, si queremos ir de fantasmas, iremos; pero serían unos fantasmas que habitarían en el Falla, donde vivía el Guita; y que todas las noches se reúnen para cantar aquellas coplas que quedaron ya para siempre impregnando los muros del teatro. Estaría el fantasma de Cañamaque, el de Agustín, el de Paco Alba, el de el Tío de la tiza... y todos aportarían una de sus coplas para el popurrí, con lo que nos aseguramos el éxito de éste, pues el público tiene tendencia a aplaudir más lo que más conoce. Y si es de Carnaval, aplaude más.

Ya sólo nos faltan las letras. En el popurrí ya hemos dicho que iremos invocando a los autores difuntos, y aunque ni nos gustaran ni respetemos sus enseñanzas, a todos elogiaremos por su calidad y bien hacer; que al público le gustan esos falseríos. Y para los cuplés cogemos toda la basura televisiva que es lo que tiene mayor audiencia. También valen un par de chistes de la calle. En Internet, me dicen, hay cantidad.

Para los pasodobles deberemos emplear toda la demagogia de que seamos capaces: sin ella no hay Paraíso. Si hay que mentir, se miente; y hay que procurar decir, en la parte del pianito y el tirandito por arriba, que no nos importan los premios. Pero sobre todo, lo que más se ovaciona es una letra contra otro autor. El Falla es como un circo romano; lo que pasa es que ya está prohibido matar personas; y aunque algunos románticos dicen que son guerras de coplas, todos sabemos que hay coplas que hieren más que cuchillos; sobre todo cuando el herido no puede defenderse en las mismas circunstancias y con las mismas armas; pero eso al público le da igual y prefiere premiar la letra que condenarla. Una letra atacando a un contrincante, es, para el público, una especie de maná divino que lo libera de todas las tensiones. Y el súmmum, lo que ya le sienta al respetable como una eyaculación u orgasmo (según sexo) es que detrás saliera la agrupación del aludido y que se hubiera enterado del ataque, con tiempo suficiente como para hacer una letra de contestación y que la cantara; ahí es cuando el público enloquece y empieza a subirse por las paredes.

Somos malos por naturaleza y, como malos que somos, encontramos malas excusas para justificar nuestra maldad. Así, en lugar de reconocer que nos va la marcha, decimos con naturalidad que esto es Carnaval; pero, según el calendario, el Carnaval no comienza hasta el sábado, 21 de febrero. Entonces es cuando vale todo; antes, no.

Mañana será otro día