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Carencias frente al hambre

La reunión de alto nivel celebrada en Madrid bajo los auspicios del Gobierno español y de la FAO ha servido para advertir de que, contra las perspectivas que se apuntaban hace no tanto tiempo, el hambre ha aumentado en el mundo hasta afectar ya a 963 millones de personas. Un dato sobrecogedor que, sin embargo, no logra atraer la atención de la opinión pública de los países desarrollados, inquieta ante la incertidumbre económica que atraviesan éstos. Las fluctuaciones al alza de los precios agrícolas, las catástrofes naturales y crisis regionales, y la paulatina reducción del peso de la agricultura en las ayudas al desarrollo han contribuido a que uno de los objetivos principales del Milenio se haya visto falto de estrategias y acciones consecuentes. Si ya la conferencia celebrada en junio de 2008 en Roma obtuvo resultados no del todo satisfactorios que, además, han sido incumplidos, la cita de los dos últimos días en Madrid tampoco ha ofrecido más que una declaración genérica y el compromiso de España de aportar 1.000 millones de euros a lo largo de cinco años.

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El incremento de la población en el mundo generará tal necesidad de alimentos que, de no atajar con prontitud las actuales carencias, la Humanidad podría verse abocada en el horizonte de 2050 a una crisis de imposible solución. Por loable que resulte el propósito de los 126 países representados en Madrid de reducir a la mitad el número de personas que padezcan hambre y desnutrición en 2015, dicho objetivo es irrealizable sin mayores compromisos financieros y voluntades más coincidentes. El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, señaló en la clausura de la cumbre: «Tenemos instituciones suficientes para fijar las prioridades. Lo que necesitamos es una coordinación más efectiva». Pero el problema estriba en que no existe una institución nuclear que cuente con la autoridad necesaria para persuadir a los gobiernos y dirigir una estrategia compartida contra el hambre. La Alianza Global para la Agricultura, la Seguridad Alimentaria y la Nutrición surgida de la reunión de Madrid podrá ampliar el marco de participación en la discusión de las políticas contra el hambre. Pero también corre el riesgo de suscitar una mayor dispersión de ideas y proyectos frente a la necesidad de centrar los esfuerzos.